Sobre la felicidad, de Lucio Anneo Séneca (55 D.C) es un manual para una vida con sentido y, de paso, combatir las adicciones. La felicidad, para Séneca, se alcanza mediante la búsqueda de la virtud. La infelicidad, por el contrario, ocurre cuando ponemos por delante la búsqueda del placer antes que la virtud. Las dos pueden ocurrir en simultáneo, pero —según los estoicos— el placer no debe buscarse deliberadamente. Respecto a esto, Séneca corta grueso diciendo:
Que la virtud marche delante y el placer le acompañe y vaya junto a ella, como la sombra junto al cuerpo. Hacer de la virtud el más excelso de todos los bienes, una esclava del placer, es propio de un hombre incapaz de concebir nada grande.
(pág. 19)
Generalmente confundimos el placer con la felicidad porque nuestro funcionamiento biológico y psíquico está dirigido a buscar el placer y evitar el sufrimiento. Sin embargo, para Séneca, el sufrimiento es inevitable y el placer es como una fiera que cuanto más la alimentamos, más amenaza con comernos crudos:
Así como cazamos a las fieras con esfuerzo y peligro, y su posesión, una vez cogidas, es también inquieta, pues con frecuencia despedazan a sus dueños, del mismo modo los que poseen grandes placeres caen en un gran mal, y los antes conquistados los apresan; y cuanto más numerosos y grandes son, tanto más pequeño y siervo de más señores es aquél a quien el vulgo llama feliz.
(pág. 19)
Séneca insiste en la búsqueda de la virtud a ultranza. Con cierta razón, a Nietzsche —vitalista hasta la médula— la idea de subordinar los instintos a la razón le revolvía las tripas. Para mi gusto, teniendo en cuenta que el mismo Séneca reconoce que ha fracasado en esta empresa, conviene entender la virtud como un ideal regulativo, de tal manera, es posible alcanzar una ecuación personal en la cual podamos convivir con el placer y no vivir para el placer. He aquí la diferencia entre hacer lo que se tiene ganas (placer) y hacer —concienzudamente— lo que se quiere (virtud). Alcanzar la virtud es improbable, pero en la medida que nos acercamos, vamos ganando libertad.
Confieso que he dudado bastante si compartir este audiolibro porque en algunos momentos, para mi gusto, el registro lingüístico puede parecer similar a la un sermón dominical. Entiendo que este libro puede ser particularmente útil cuando nos cuesta organizarnos, ser constantes y disciplinados, pero tengo serias dudas que la búsqueda del placer sea en si mismo algo a ser evitado por completo. Lo cierto es que somos Humanos, Demasiado Humanos, y quizás esto no esté tan mal.
Incluso Séneca, que no era hipócrita, termina reconociendo su fracaso en este menester:
No digo estas cosas por mí, pues estoy sumido en todos los vicios, sino por aquel que ya ha conseguido algo. “Hablas de un modo y vives de otro”. Este reproche, ¡cabezas llenas de malevolencia y de hostilidad a todos los mejores!, se ha hecho a Platón, se ha hecho a Epicuro, se ha hecho a Zenón; pues todos estos éstos decían, no como vivían ellos mismos, sino cómo hubiesen debido vivir. Hablo de la virtud, no de mí, y cuando clamo contra los vicios, lo hago en primer lugar contra los míos: cuando pueda, viviré como es debido.
(pág. 25)
Habiendo planteado mis suspicacias —y ahora sí, en defensa de este ensayo— , diré que Sobre la felicidad, me ha hecho recordar a Otto Gross, que fue uno de los primeros seguidores de Freud y paciente de Jung. En realidad, fue paciente de Jung hasta que se invirtieron los roles y Gross lo terminó ayudando a superar inhibiciones sexuales (esto cobró forma en su famoso y polémico affair con una paciente, Sabina Spielrein). El punto es que Gross rechazó la teoría de la represión sexual de Freud, alegando que la civilización enferma a las personas al castrar sus instintos y él, personalmente, llevó su teoría anti-represión al extremo. ¿El resultado? Un tipo intelectualmente brillante que fue condenado al ostracismo por la comunidad psicoanalítica, vivió como indigente y fue encontrado muerto a los cuarenta y tres años en las calles de Berlín producto de una neumonía producida por el abuso de drogas. No hay vuelta, vivimos y morimos de acuerdo a la forma en que pensamos.
Según el bis-bis-abuelo Freud (esta vez le doy la razón), vivimos en una lucha constante entre nuestro instinto de placer (y muerte) y el deber ser («Superyó«). Creo que, a propósito de este post, alcanza con mencionar que hay una parte del instinto de placer que necesita ser restringido y una parte del deber ser que también necesita ser matizado (si no queremos convertirnos en replicantes, claro). La forma de lidiar con estas dos fuerzas psicológicas en constante conflicto depende de cada uno y no puede ser generalizable.
Uno de los ejercicios que propongo a mis pacientes es escribir en una hoja cómo estarían en cinco años si se dejaran arrastrar por sus placeres momentáneos y compulsiones, y en otra, cómo estarían en cinco años si lograran enfocarse en lo que realmente quieren alcanzar. Si logramos hilar fino, es sorprendente lo que ocurre cuando ponemos por escrito lo que queremos evitar (nuestros obstáculos internos) y lo contrastamos con nuestros objetivos.
Las preguntas de esta semana son: ¿Sabemos administrar el tiempo de ocio? ¿qué parte de nuestro tiempo destinamos a hacer lo que realmente queremos hacer y qué parte funcionamos por automatismos o conductas compulsivas? La búsqueda en exceso del placer puede llevarnos a tener problemas con la comida, el alcohol, tabaco u otras drogas, el sexo y la pornografía, el trabajo, la codicia económica, la búsqueda de aceptación, la rumiación, la dependencia emocional, la pereza e incluso perder tiempo valioso en las redes sociales. Pero, ¿en qué medida elegimos hacer estas actividades y en qué medida lo hacemos para evitar o anestesiar —en vez de enfrentar— nuestros problemas?
Advierto que el locutor de este audiolibro tiene una voz calma y la música de fondo también es apacible, así que puede generar somnolencia.
Adjunto a continuación el audiolibro para escuchar en esta misma página, para descargarlo en cualquier dispositivo móvil, el texto original en PDF y la versión original de YouTube que encontré en el canal Grandes Tesoros vive.
Otros libros y audiolibros de Séneca que también merecen ser leídos y escuchados
Sobre la brevedad de la Vida
Este audiolibro de una hora, treinta y un minutos —narrado por Artur Mas— nos plantea que la vida no es corta, en absoluto, especialmente en la medida que somos conscientes de su brevedad (memento mori). El problema radica en que generalmente perdemos nuestro tiempo, y así, lapidamos la posibilidad de vivir mejor. Entre otras cosas, este audiolibro es acerca de cómo administrar nuestro tiempo y es un excelente complemento a Sobre la felicidad.
La vida se hace corta y está llena de ansiedad para aquellos que olvidan el pasado, abandonan el presente y temen al futuro
De la ira
Estos ensayos explican a la perfección la indignación colectiva mal canalizada en la que vivimos este siglo. Para Séneca la ira es producto de la impotencia y la búsqueda absurda de reparar mediante la violencia un daño causado con anterioridad (ley de Talión). Un buen guerrero, alega, no es aquel que utiliza más violencia, sino el que sabe mantener la mente calma y actuar con precisión, la ira, según él, agrava cualquier problema. En tiempos de caza de brujas 2.0 e indignación colectiva en 280 caracteres, Séneca nos recuerda que la indignación de los moralistas nunca ha generado justicia, sino más bien todo lo contrario. En estos libros Séneca nos insta a confiar en nosotros mismos y a no caer en provocaciones:
Quienes sacan conclusiones que se fundamentan en falsas impresiones son, irónicamente, los que resultan más heridos. ¿De verdad crees que su conocimiento holístico acerca de ti es superior al tuyo? No permitas que tus emociones se enciendan ante meras apariencias.
Muy a mi pesar, no he encontrado una buena versión en español de este audiolibro que me convenza, así que adjunto el PDF y un audiolibro en inglés (de cuatro horas, treinta minutos) que me ha acompañado en largas caminatas y me ha gustado bastante.
Cartas a Lucilio
Este compilado epistolar es mi libro preferido de Séneca. El texto no puede ser más sucinto y claro, trata sobre temas como la amistad, el conocimiento, el libre albedrío, la confianza en uno mismo y la vida en sociedad. Estas cartas nos muestran —en un tono de camaradería— un caso excepcional de claridad mental, eso es, considerar que lo mejor es lo suficiente:
Los deseos naturales son limitados, pero los que brotan de la falsa opinión no pueden detenerse en ningún punto.
O, dicho en criollo, no necesitamos gran cosa para ser felices.
Lo mejor es lo suficiente…
La pregunta: qué es lo suficiente para cada uno de nosotros, es más, sabemos o atendemos a las señales que nos indican que ya hemos llegado para poder parar, para ponernos límites?.
Con lo que tengo, hago lo que puedo, esta frase es tuya Diego, muy estoico.
Estás frases cortas son claras, rotundas en principio, pero cuando nos las aplicamos, empezamos a reflexionar acerca de qué es lo mejor entre tanta morralla, y qué es lo realmente válido de lo poco o mucho que tenemos.
No recuerdo haberme planteado la felicidad como conquista ( Bertrand Russell), hasta dónde me alcanza la memoria, no es un concepto que me haya quitado demasiadas horas de sueño o vigilia,
He buscado un bien estar con mi entorno y las personas que lo conforman que me han creado un estado dec bienestar,
cuando por un conflicto de intereses, malos entendidos, malas o falsas interpretaciones, se ha alterado este estado, he sentido esa disrupción en la armonía y equilibrio que nos proporciona tranquilidad y alegría moderada, donde nuestro pulso interior está sereno.
el mal estar (mal vivir), provoca malestar fisico-psíquico, nos desvia de ese sendero llano y apacible y nos obliga a caminar por un territorio más hostil, árido y sombrío,
Realmente lo que nos hace infelices es la pérdida de las cosas más sencillas y creemos que buscando o haciendo grandes cosas, vamos a encontrar la felicidad o tranquilidad pérdida.
Me gusta mucho la reproducción e interpretación que haces de estos grandes temas,
Sería interesante que dedicases un post a ellos, escribes, expresas y transmites muy bien, y siempre me quedo con ganas de seguir leyendo tus aportaciones.
En cuanto al placer y la virtud, creo que hay placeres que encierran una virtud, y virtudes placenteras,
En cuanto a las adicciones
Isabel, gracias por los comentarios. Te respondo en partes:
A) Entrar y salir.
El placer es paradójico y tiene etapas. En un primer momento (la comida, la bebida, el trabajo, el sexo, las sustancias de todo tipo y color, una relación, elige la que quieras) la grafica del placer es exponencial y lineal, pero en la medida que nos adentramos cada vez más, la gráfica de desploma, empezamos a sentir hastío, una sensación claustrofóbica de opresión y un vacío existencial de proporciones épicas. Entiendo que la clave está en poder entrar y salir. Esto solo puede lograrse si el sentimiento se alinea con el pensamiento. Mientras escribo estas líneas pienso en Ícaro. No está nada mal ser como Zelig (siempre y cuando no nos olvidemos de nosotros mismos).
B) La felicidad no es una conquista.
De acuerdo, esa es la paradója de la felicidad. La felicidad (entendida como un estado de bienestar) no es algo a lo que debiéramos aspirar. Cuanto más buscamos ser felices y evaluamos constantemente el «nivel de felicidad» más infelices somos. Ah!, bendita y elusiva eudemonia…
C) El mundo es como es.
Esta es una de la más difíciles. Pienso en Epícteto cuando hablaba de los baños públicos (lindo eufemismo para las redes sociales, por cierto), cuando entramos en la esfera pública todo nos parece un sinsentido, pero es importante saber dónde uno se mete y hasta qué punto uno puede disfrutarlo sin caer presa de la indignación. Con todo lo que está ocurriendo con el ya-sabes-qué es fácil perder la calma, como me conozco, trato de mantenerme informado en medidas homeopáticas porque sé que mi Torquemada (Tomás de) interno siempre está ahí, agazapado con una antorcha en la mano, listo para hacer un asado a las brasas con chimichurri con el primer incauto que ose contradecir mi verdad. En esos momentos, como bien dices, y siguiendo tu tortuguesca metáfora, mejor respirar hondo, tener un memento mori y volver al caparazón.
D) Hago lo que puedo con lo que tengo.
La verdad es que no tengo claro si esa frase es mía o no, pero es muy yo de todas formas. Lo que sí veo con claridad es que cada uno organiza sus recursos lo mejor que sabe y que puede. Los textos y autores que estoy subiendo son inmensos y daría para escribir un año entero sobre cada concepto, pero el tiempo es finito. Estas publicaciones me están sirviendo para volver a los textos que son la base de mi trabajo y filosofía de vida (para mi es importante que estos aspectos converjan de la forma más armónica posible), pero ahora desde otra perspectiva. Y de yapa, si al final de este mes alguien se pudo acercar a Emerson, Epícteto, Séneca y dos tipos inmensos más (no haré spoilers) para mi es un montón.
Como sea, aprovecho lo que queda de este domingo por la tarde para preparar el post del miércoles que me espera una semana intensa…
Saludos desde Bilbao.
Tengo un dedo sin duda inquieto e impaciente…
Me declaro adicta porque soy plenamente consciente de ellas, algunas no me ofrecen ningún problema, puedo tenerlas bajo mi control, la amistad es una de ellas, me parece muy saludable sentir el deseo de pasar un rato con amigos y volver a nuestro caparazon
La verdad que la experiencia de vivir tan en contacto con la naturaleza, me está volviendo un poco bucólica, me mimetizo mucho con el pulso natural de las cosas, me estoy volviendo un poco Zeligniana, si estoy en un pueblo, no necesito mucho más de lo que este me ofrece, pero si voy a la ciudad, se abre un abanico de posibilidades que me llevan a desplegar activadades que en este momento no echo especialmente de menos, si a las personas…
Escuché el audilibro acerca de la felicidad, reconozco la sabiduría de Séneca y tenemos que volver a lo ya dicho, hay que tener en cuenta el momento histórico, la idea del buen ciudadano, de los deberes, que parecían más numerosos que los derechos y que tampoco se reivindicaban de la manera en que lo hacemos ahora…
Mi conducta es posible que no sea la más adecuada, pero no tomaría la decisión de quitarme la vida porque me lo piedese una entidad o autoridad superior a mí, mi egoísmo no me lo permite… necesito aprender mucho más de mí y lo que me rodea para saber morir bien y para eso aún tengo que aprender a bien vivir.
Todo esto es muy personal y cuando desgranamos estos conceptos, ponemos sobre el tapete nuestras percepciones, juicios, prejuicios, complejos, limitaciones miedos y como interpretamos la realidad, o la realidad que cada uno se monta…
Ahora vivimos un momento importante, donde nuestro sentido de responsabilidad se ve realmente comprometido y nuestro deber como ciudadano se hace necesario, me llama la atención hasta que punto algunos individuos reivindican su libertad, en un escenario donde queda claro que la libertad mal interpretada de unos cuantos ponente riesgo la vida de otros, hablo de quienes en plena crisis pandémica, se resisten al uso de mascarilla y a evitar los besos y abrazos por una temporada, en pro de una falta de continencia absolutamente infantil, que busca el placer inmediato a corto plazo.
Me encanta besar y abrazar, pero pienso que hay otras formas de expresar el afecto…
Me faltó terminar el audio sobre la brevedad de la vida, me está pareciendo muy enriquecedor y descargar el PDF sobre la ira, es muy interesante.
Gracias Diego por compartir, see you de Next week.
Abz
Diego, leyendo este último podcast pienso que es genial el «jugo» que sacas a los estoicos y que al mismo tiempo hace que se lo saquemos a quienes te leemos. Digo esto porque yo soy mucho más simple, si no es por ti a la primera de cambio hubiera descartado a Epicteto por falta de empatía y por tipo frío donde los haya, y a Séneca por puritano (he de reconocer que tengo ciertos prejuicios contra la palabra virtud). Sin embargo, creo que no estoy tan lejos de ellos, pues soy de las que piensa que cumpliéndose unos mínimos externos la felicidad viene más de dentro que de fuera, que depende mucho de nuestra actitud ante la vida y especialmente de nuestra capacidad de amar, que a fin de cuentas no deja de ser una virtud, si no la mayor.
Me ha resultado muy interesante el análisis que hace entre el placer y la virtud. Pero lo que más me gusta de todos estos filósofos es el que siempre apelen al pensamiento crítico y no dejarse llevar por la opinión de los demás.
Un fuerte abrazo!!
P.D. Tengo intriga por cuál será el siguiente
Gracias, Yolanda por el comentario. Te confieso que lo estaba esperando.
Epicteto tiene la capacidad de empatía de un zapato, es cierto, pero da pistas de cómo llevar las críticas negativas, enseña que no son los hechos en sí los que nos lastiman sino las interpretaciones que hacemos de estos y explica con una claridad meridiana cómo reducir la ansiedad al no centrarnos en lo que no podemos controlar.
Séneca, es cierto, escribe como un puritano y, en cierto punto, puede ser bastante castrador con esto de evitar cualquier tipo de placer. Pero, me resulta especialmente útil su argumentación, especialmente en momentos en que nos dejamos llevar por una determina compulsión.
Emerson, que no lo nombras (asumo que fue con quién te has sentido más identificada) pero ya has comentado que te resultó un poco pedante, insiste, para mi gusto, demasiado en la parte religiosa, también es cierto que con un estilo poético muy bien pulido enseña a confiar en uno mismo y no dudar de nuestra propia percepción.
Me alegro que discrepes con esta gente, pocas cosas más divertidas y necesarias que confrontar la disidencia, reafirmar nuestra opinión o reverla en esa dialéctica. Al contrario a lo que generalmente creemos (alcanza con ver qué pasa en senado) el que gana en una discusión es el que se ve obligado a reformular su pensamiento, no el que sale igual que como entró. Cuando no quedamos poseídos por nuestro sentido de auto-importancia, es fácil darse cuenta que gana aquél que aprende algo y no al revés.
Los tres, es cierto, insisten enfáticamente que tenemos que pensar por nosotros mismos y no dejarnos arrastrar por la corriente principal. Esto es propio de cualquier libreprensador, desconfío de los discursos de las personas de una determina corriente o ideología que puedes cambiar por otra del mismo bando y tendrías EXACTAMENTE la misma conversación. Pocas cosas me dan más miedo que los replicantes.
Es cierto, «la virtud» que nos ensañaron era sinónimo de castración (qué miedo da la expresión «una mujer virtuosa», por cierto), sin embargo, creo que fueron los repetidores de los repetidores de los… ¿se entendió la idea, no? los que tergiversaron y pervirtieron el término. Para mi gusto el término «virtud» es válido en la medida que dependa de lo que entienda y aspire cada uno.
Creo que te he dicho… Respecto a la capacidad de amar, si tuviera que tatuarme una frase, sin duda sería la de San Agustín (me considero un tipo espiritual, pero no religioso): «Ama y haz lo que quieras». Esa frase me parece genial. Para mi gusto, en seis palabras resume la sencillez y complejidad del sentido de la vida.
Todavía faltan dos miércoles para terminar septiembre. Lo que te puedo adelantar del próximo `post es que es todo lo contrario a tu funcionamiento habitual, tendrás que tener paciencia, pero también te puedo asegurar que vas a pegar una carcajada (o dos) cuando lo leas. Te lo aseguro 😉
Cuéntame si me equivoco….
Tienes razón Diego, tal vez con el que más me haya identificado ha sido con Emerson, a pesar de su arrogancia, me gusta el mensaje de empoderamiento que nos envía. Una vez escuché a un conferenciante (no sé si la frase era de él o se la había copiado a alguien) «Coge tu poder y vive», es una frase que me gusta mucho, aunque no tanto como la de «Ama y haz lo que quieras» (ya no me acordaba que era de San Agustín).
Con tu último comentario sobre tu próximo post ya estoy deseando que sea miércoles.
Hasta pronto!!