Disclaimer: Empatizar no es justificar.
Como psicólogo especializado en terapia de pareja, soy consciente de que las repercusiones de la infidelidad pueden extenderse mucho más allá de los involucrados directos, afectando a veces a generaciones futuras. El propósito de estos posts es sumergirse en una comprensión profunda de la naturaleza de la infidelidad, explorando sus motivos y ofreciendo pautas sobre la posible reconstrucción de una relación tras este impacto sísmico (siempre y cuando exista interés en reconstruir la relación). Es fundamental destacar que este post no busca justificar moralmente una traición ni minimizar el sufrimiento que pueda infligir.
Las mujeres también se están haciendo espacio en la arena de la infidelidad. Posiblemente por primera vez en la historia, las mujeres comienzan a ser tan infieles como los hombres. Las redes sociales de citas, Tinder, Bumble, Grindr, Hinge, you name it, facilitan este proceso de forma exponencial. Con un par de clicks o deslizando el dedo a la derecha, puedes abrir la puerta (o ventana) a terceras, cuartas, quintas (y así consecutivamente) personas. El proceso es rápido y, especialmente con una cuenta Premium, no hay límites.
Aún así, el delgado gradiente moral que separa la monogamia de la infidelidad es quizás más omnipresente, subjetivo y caprichoso de lo que creemos.
¿Tener sexo casual es una infidelidad?
¿Desarrollar una conexión emocional profunda con alguien nuevo es una infidelidad?
¿Fantasear con alguien más de forma recurrente constituye una infidelidad?
¿Salir a tomar un café o una cerveza es una infidelidad?
¿Ver pornografía es una infidelidad?
¿Escribirle a un/a “creador/a de contenido” de OnlyFans es una infidelidad?
¿Chatear con un/a ex es una infidelidad?
¿Flirtear, incluso si no hay intenciones reales, es una infidelidad?
¿No poner límites ante una insinuación o halago físico es una infidelidad?
¿Ocultar información relevante es una infidelidad?
¿Mantener secretos financieros/consumo de drogas/mensajes/fotos/videos suponen formas de infidelidad?
¿Dejar de lado la pareja para pasar tiempo con terceras personas puede entenderse como una forma de infidelidad?
El terror a la infidelidad es una de las piedras angulares de la Civilización Occidental, tanto así que en los Diez Mandamientos aparece dos veces (no lo harás, ni tampoco se te ocurra pensarlo). En Oriente la situación no mejor, todavía en nuestros días la lapidación pública se considera una venganza justificada en diecisiete países. Para sorpresa de nadie, el ratio de mujeres que mueren apedreadas es de siete cada tres hombres (muchas de ellas han muerto al reportar que fueron abusadas sexualmente).
Resignificando la infidelidad
En psicoterapia los estereotipos estadísticamente validados no existen. Los infieles —por lo menos que yo me he encontrado— no tienen rostros siniestros ni macabros, ni rastros de Torrente o Mrs. Robinson, tampoco los puedo diagnosticar fácilmente como narcisistas, borderline, sádicos o perversos. Por el contrario, veo personas que sufren e intentan, como pueden, reparar el daño. Me encuentro con personas que se ven en la incómoda situación de tener que explicarme en primer plano (por Zoom), frente a su pareja todavía traumatizada, un incidente que les produce vergüenza y una culpa aplastante. Peor aún, generalmente —y quizás este sea el motivo fundamental por el cuál consultan— no tienen del todo claro por qué lo hicieron en primer lugar.
En el contexto de psicoterapia “juro que esto no es lo que parece”, tiene algo más de sentido. El asunto de la infidelidad está plagado de nuances y contradicciones:
La monogamia no es, ni tiene porqué ser, la única alternativa válida de relación.
No siempre la víctima de la infidelidad es la víctima de la pareja.
No siempre quien comete el affaire busca hacer daño, es mala persona o no le importa su pareja o su familia.
La infidelidad es un síntoma de que algo va mal en la pareja, sí, pero puede trabajarse si los dos están dispuestos.
Quien comete un acto de infidelidad no ES necesariamente un «infiel» o un «traidor»
Quien ha sido engañado no tiene porque forzarse a perdonar.
La infidelidad no justifica coaccionar a alguien para que termine una relación.
Es perfectamente lícito querer terminar la relación.
Es perfectamente lícito querer arreglarla.
Continúo este post aquí, esta vez desarrollando las repercisiones emocionales de la infidelidad.
Muy buena la publicación Diego. Un tema que da para mucho debate. No sé si respondiendo sí a todas las preguntas que planteas se salvaría alguien de la infidelidad 😄
Me alegro que te haya gustado,gracias por tu comentar.
Un artículo muy interesante. Creo que una infidelidad puede tener múltiples matices y que hay que considerar cada caso individualmente. Me gustaría una segunda parte en la que se profundice un poco más sobre si, en el caso de que se continúe con la relación, se puede reestablecer la confianza en quien te ha engañado.
Gracias por escribir. Sí, el próximo post irá de eso, particularmente en cómo quien ha sido engañado generalmente sufre síntomas de Trastorno de Estés Postraumático (TEPT) y qué debe hacer quién ha cometido la infidelidad para recobrar la confianza y acompañar a su pareja en el proceso. Lo importante será entender qué salió mal para después decidir si se puede reparar la relación y si les interesa continuar el viaje juntos.