Otra de las críticas más frecuentes que se hacen a la psicoterapia online es la siguiente:
2. Una psicoterapia sin cuerpo es una terapia incompleta.
Generalmente la argumentación es la siguiente:
En la tele-psicoterapia hay una parte de la comunicación que se pierde porque parte del lenguaje corporal queda excluido del rectángulo de la pantalla. Percibimos a través de los sentidos, podemos ver —hasta cierto punto— y escuchar al otro, pero ¿qué pasa con el resto de los sentidos en la psicoterapia online? La psicoterapia a distancia no es suficiente porque necesitamos cierto grado de contacto físico, percibimos también —generalmente de forma subliminal— a través de olores y gustos que asociamos con lugares y personas. Esto convierte a la psicoterapia a distancia en un espacio artificial, cuando debiera ser todo lo contrario.
Mi Respuesta:
Uno. Es cierto que parte importante de la comunicación no verbal se pierde trabajando a distancia. La mayoría de psicólogos tenemos bastante presente el lenguaje corporal. Se nos prende el radar si un paciente mueve rápidamente las piernas cuando habla, si sus pies apuntan constantemente a la puerta, o no para de mover los dedos de la mano. Lo más notorio en psicoterapia vía Skype son las expresiones faciales y el tono de voz, respecto a lo demás, siempre es posible indagar en aquello que no vemos. En ciertos momentos me ha resultado útil preguntar a los pacientes si están moviendo las manos o los pies, o si pueden ver reflajada su ansiedad en algún área de su cuerpo. Lograr cierto grado de consciencia corporal forma parte de cualquier tipo de psicoterapia, en el caso de la tele-terapia se hace todavía más apremiante poner el foco en el cuerpo mediante la palabra.
Dos. Si hay algo me ha enseñado vivir como expatriado, trabajar de la psicoterapia a distancia y la pandemia en general, es precisamente a valorar los matices sutiles de las relaciones co-presenciales que muchas veces daba por sentado. El contacto social mediado por la tecnología no solo nos hace recordar la constante ausencia del otro, también facilita que surjan fantasías de encuentro que pueden ser verbalizadas en el espacio terapéutico. Contra todo pronóstico, la contigencia de no compartir el mismo lugar físico que el terapeuta puede ser el motor central de la psicoterapia. Si se analiza, esta es una oportunidad óptima para «tomar distancia», resignificar el encuentro con el otro y poner en palabras posibles miedos al abandono y a la soledad.
Tres. Habitualmente llega un punto en la psicoterapia en que mis pacientes me plantean —generalmente con un poco de vergüenza—, «me gustaría conocerte personalmente, en la vida real». Este pedido es lícito y puede formar parte del encuadre el compromiso de verse en un lugar común cada cierto tiempo. No hay ningún motivo para plantear una psicoterapia a distancia ó tradicional como opciones excluyentes, también puede plantearse una psicoterapia mixta. La IPA (International Psychological Asociation), por ejemplo, recomienda que el paciente y el terapeuta se vean una vez al año. En mi experiencia, cuando conocí «en persona» a pacientes con los que venía trabajando online, las sesiones terminaron siendo muy similares a las que teníamos a distancia, pero también he notado que hay un sentido de deuda implícito que queda restituído cuando ocurre el encuentro co-presencial.
Cuatro. Entiendo que para algunas personas que no se dedican a hacer psicoterapia les resulte frío comenzar un proceso a distancia, pero me llama particularmente la atención cuando terapeutas hacen esta crítica porque el contacto físico entre un paciente y un terapeuta sigue siendo el GRAN tema tabú de nuestra profesión. La idea de «propiciar» una «transferencia erótica» nos preocupa particularmente y creo que somos, por defecto profesional, extremadamente cuidadosos respecto al contacto físico con nuestros pacientes (habrá excepciones). Los psicólogos que venimos de países iberoamericanos podemos llegar a abrazar en algún momento a nuestros pacientes (probablemente si me lee un psicólogo suizo o alemán se estaría persignando en este momento), pero creo que lo hacemos generalmente de forma bastante cuidada (tirando a lo fóbico) y en un contexto específico. Me parece curioso cuando colegas aluden a la falta de cuerpo en la tele-terapia porque, irónicamente, a la psicoterapia tradicional también le falta el cuerpo. La infinidad de congresos sobre «Psicoterapia y Cuerpo» que han aparecido y continúan apareciendo en los últimos veinte años dan cuenta que el cuerpo en la psicoterapia es un problema que los psicólogos todavía no tenemos resuelto.
Cinco. La esencia de la psicoterapia está en las imágenes que forman parte de un espacio mental, no físico. Como ya he escrito en un post anterior, la psicoterapia jamás ha ocurrido en un consultorio. La psicoterapia ocurre en un vínculo que es por naturaleza atemporal e intangible. El vínculo transferencial continúa funcionando a nivel interno —quizás especialmente— entre sesión y sesión, incluso una vez terminado el proceso terapéutico. La psicoterapia nos lleva al espacio mental de la fantasía, a la «habitación roja» de Twin Pearks, al espacio onírico de Alicia en el país del maravillas o a la compleja arquitectura mental de Inception, el foco de la psicoterapia, y de la relación terapéutica, está puesto siempre en el mundo interno. Por más que no haya un encuentro concreto en la psicoterapia a distancia, las emociones también se sienten de forma intensa porque la necesidad de contacto va más allá de lo físico, forma parte de un componente humano que logra trascender la forma de comunicación.
Hola de nuevo Diego,
Poderosos argumentos que sin duda, puedes cambiar por otros en cualquier momento.
A mí personalmente me parecen muy válidos en defensa de la psicoterapia online.
Solo con el material que aportas en tus posts,
ya se pueden resolviendo problemas o como poco, haciéndolos visibles, tomando consciencia de ellos.,
apuntar que una palabra, una frase, una cita de algún filósofo en el momento adecuado, puede resultar balsámico y curativo y ponernos en condiciones de afrontar esos problemas no resueltos,
A mi personalmente el lenguaje me parece una herramienta muy potente., bien gestionado, transciende, se interioriza y permite crear nuestras propias imágenes, construir fantasías., imaginar espacios y soluciones alternativas,
es un susurro con la voz que elegimos ponerle, convirtiéndose de esta manera en un bálsamo para las ideas.
La terapia presencial tal vez ofrezca un espacio donde es posible ese contacto físico no se si necesario, porque a priori tener delante a la persona que va de alguna manera a entrar en nuestro universo privado, puede resultar frío, incluso invasivo, además hay una doble valoración, la del terapeuta paciente y viceversa paciente terapeuta, una inversión de tiempo en regular las expectativas creadas y adaptarnos a ese espacio no virtual, que hemos tenido idealizado.
Creo sinceramente que los psicologos online movilizais recursos que la terapia presencial no gestiona, y esto enriquece la forma de hacerla.
Sigo este blog desde hace dos años, inicié terapia presencial hace uno y la deje en diciembre,
He seguido y sigo tus posts y puedo decir que me han permitido profundizar en un proceso de identificación y acercamiento tanto a mí parte conciente como inconsciente en una búsqueda de equilibrio que me proporcione sosiego y tranquilidad.
Hay un trabajo riguroso en todos ellos haciendo referencias a grandes filósofos y terapéutas de la talla de Winnicott, Jung y otros… desde esa mirada y análisis profundo y asequible que imprimes, es un aporte muy enriquecedor, repasas todos los senderos de la psique o alma, y si se está un poco atento ese discurso fino y con toques de humor casi siempre puede conducir a un crecimiento interior necesario y curativo…
Puede que la terapia presencial esté sobrevalorada, veo que se pierde mucho tiempo, hay un intercambio de disculpas por quién llegó más tarde que el otro, el tráfico, no encontraba aparcamiento, olvidé el Pen con el material que me pediste, …
Al estar en casa, todo resulta más cómodo y natural, tenemos todo a mano, estamos en nuestro territorio, y sobre todo somos puntuales.
Además al terapéuta le llegan señales de nuestro entorno, nuestros gustos, la decoración, esa percha con ropa colgada, la puerta de un armario abierta o cerrada, la estantería con nuestros libros, una guitarra colgada en la pared, un cuadro, la iluminación ambiental, si decide poner música o no en el transcurso de la sesión (no sé si esto último de negocia), nuestros gestos, expresiones…
Todos estos elementos entiendo que tendría que facilitar mucho el trabajo de investigación acerca del paciente.
Me ha gustado mucho el post y creo que esta forma de hacer terapia se ha extendido en estos últimos meses y seguramente para quedarse, aunque haya quien necesite esas demostraciones físicas de afecto.
Por mí parte he sentido más calidez, afecto, comprensión y empatía en mis relaciones online que físicas, aún tengo la huella en mi cerebro y me sigue reconfortado.
Un placer volver a leerte,
Ya ves, es una de mis debilidades.
un abrazo Diego
Muchas gracias Isabel por tus comentarios.
Creo que preguntarse acerca de la psicoterapia online es en definitiva, en la medida que vamos profundizando, tratar de entender qué es el vínculo o qué son, en esencia, las relaciones humanas. Siempre nos imaginamos los encuentros con el otro compartiendo un mismo lugar físico porque el cerebro opera por medio a imágenes (símbolos), pero lo cierto es que el otro también habita en nosotros.
También se trata de la soledad vs. compañía. Para mi gusto estar solo es sinónimo de no sentirse entendido y tiene más bien poco que ver con la cantidad de personas que tengamos a nuestro alrededor. A la inversa, como también notas, se trata de “tocar al otro” mediante la palabra o las ideas: «un susurro con la voz que elegimos ponerle, convirtiéndose de esta manera en un bálsamo para las ideas» (Montalban, 2020).
Todos necesitamos de contacto físico, pero no veo que esto excluya la posibilidad de establecer también otro tipo de vínculos (como argumento contra la psicoterapia online, supone una falsa oposición). Sí entiendo y respeto que existen distintos gustos, en eso no me meto.
Todo es potencialmente analizable, por qué necesito que el otro esté físicamente o por qué me interesa que el otro no esté físicamente. No es poco frecuente que los pacientes hagan comentarios como: “me gusta la idea de saber que si voy a la verdulería no te voy a encontrar”. Qué es lo que nos pasa cuando vemos a un terapeuta fuera del contexto de la terapia, qué nos pasa a los terapeutas cuando nos encontramos con pacientes en otros ambientes. Esto se toma con naturalidad o incomóda porque hace Humanos, demasiado humanos. Por qué el otro no reacciona como a mi me parece que debería reaccionar. Hay mucho para pensar (especialmente cómo muchas veces nos complicamos la vida pensando en la mirada de los otros). La cantidad de fantasías que se mueven en el encuentro son increíbles.
Es paradójico, para hacer estos post busqué autores que estén en contra de la psicoterapia online y confirmé que cuanto más “atacamos” algo, más exponemos nuestros complejos y sesgos.
Gracias de nuevo por los comentarios.
Abz!