En el post anterior escribí acerca del Neuroticimo y el Modelo de los cinco factores. En esta ocasión explicaré como la teoría de los Mindsets de Carol Dweck (2017) nos puede ayudar a reducir la ansiedad y obtener mejores resultados. También intento con esta publicación argumentar porque pensarnos a nosotros mismos como «tontos» o «inteligentes» son formas eficaces de hacernos la vida imposible.
Mentalidad de Crecimiento vs. Mentalidad Fija
En pocas palabras, la mentalidad o los Mindsets se refieren a los sistemas de creencias que determinan la visión que tenemos de nosotros mismos y del mundo en general.
La mentalidad fija parte de la base que la inteligencia o la capacidad de aprendizaje está determinada por la lotería genética. Por tanto (desde esta cosmovisión) es necesario, para evitar acumular frustraciones, no arriesgarse o asumir que uno mismo es incapaz. Cuando se funciona con un tipo de mentalidad fija se considera que uno no es suficientemente bueno en algo y por consiguiente la mejor opción es evitar cualquier reto. Las críticas constructivas son vividas como fracasos que comprometen la identidad. Se trata en definitiva de un estilo cognitivo derrotista que no permite integrar nuevos conocimientos y experiencias. Este mindset se sostiene bajo las premisas autovalidantes de «eso es algo que pueden hacer otras personas, pero no yo», «no vale la pena insistir», «debo aceptar mis limitaciones», «soy torpe, no importa cuanto lo intente, nunca me saldrá bien», «no fracasaré y no podré ser juzgado si no lo intento», entre otros solipsismos que instauran la idea de no ser apto y reducen el interés por aprender.
Al contrario de la mentalidad fija, la mentalidad de crecimiento no se sustenta en la idea fatalista que la inteligencia es un a priori irremediable. Por el contrario, sostiene que hasta cierto punto con una buena estrategia, tiempo y esfuerzo somos capaces de mejorar en cualquier área de nuestra vida. La mentalidad de crecimiento nos hace pensar que siempre estamos aprendiendo y que las dificultades son nuevas oportunidades para superar nuestras limitaciones. Desde el growing mindset pensamos que, «mis esfuerzos y actitudes determinan mis habilidades», «me gusta probar y conocer nuevas cosas», «puedo aprender a hacer lo que quiera», «las criticas de los demás me pueden servir para considerar nuevas opciones».
Las investigaciones de Carol Dweck ó ¿Por qué miro al cielo cada vez que algún padre me dice que su hijo es «superdotado»?
En primer lugar, la verdad incómoda es que los padres generalmente piensan que sus hijos son más listos de lo que en realidad son (espero una turba-furibunda de progenitores-enardecidos con este comentario). Es un error a nivel objetivo, pero es frecuente, natural y hasta cierto punto deseable que los padres alimenten el narcisismo de sus hijos (y el propio) mediante esta creencia.
Segundo, el concepto de Coeficiente Intelectual (CI) tiene una historia larga, por momentos bastante sórdida. Las controversias que recaen sobre los tests de inteligencia actuales tienen que ver generalmente con el sesgo de publicación y el incorrecto uso estadístico de los instrumentos de medición. Los test de CI miden en su mayoría razonamiento, memoria a corto plazo y expresión verbal, pero no puede probarse de forma concluyente que exista un valor general («Factor G») capaz de aunar estas capacidades (Hampshire, 2012). La evaluación de la habilidad cognitiva no la da un test, en todo caso un especialista capaz de considerar las variables especificas del evaluado. Tampoco tiene sentido (a nivel metodológico) concluir, «Claudia es altamente inteligente», sería más prudente afirmar: «Claudia muestra un desempeño en el razonamiento analítico y matemático que se encuentra muy por encima del desarrollo esperado para su edad». (Si este tema interesa, por favor házmelo saber, porque da para largo).
Tercero, la forma de entender la inteligencia es muchas veces paradójica. Decirle a un niño que es inteligente puede ser una manzana envenenada porque cuando se le repite hasta el hartazgo que es inteligente, tiene más para perder cuando fracasa.
Carol Dweck (2017) hizo una investigación con niños de quinto año dividiendo al grupo en dos. Al primero les dio varios puzzles que iban in crescendo en dificultad y se los recompensaba diciendo que eran inteligentes una vez que terminaban la tarea. Al otro grupo se les reconocía el esfuerzo durante el armado de los rompecabezas. El resultado final fue el siguiente: Respecto al primer grupo (de niños «inteligentes»), Dweck (2017) notó que en la medida que avanzaba la dificultad, disminuía la motivación y los niños preferían volver a hacer los puzzles que ya habían terminado. El segundo grupo al terminar, estaba más interesado en aprender a resolver los rompecabezas que no pudieron terminar y el interés aumentaba en la medida que el reto se hacía más arduo.
Evidentemente, ¿a quién le gusta que le dejen de decir que es inteligente?, ¿y a quién no le gusta que lo motiven a afrontar retos?
El problema de los niños «superdotados» está en que «ser inteligente» muchas veces forma parte de su identidad, ¿pero qué pasa cuando no alcanza sus propias expectativas o las de sus padres?, ¿qué pasa cuando en vez de sacar en una evaluación el 100% obtienen un 95-80%? Es más probable que una calificación no-excelente comprometa su autopercepción, «¿si la evaluación no muestra que soy brillante, entonces qué soy?, ¿tonto?».
Son numerosas las investigaciones que refutan la idea que la inteligencia se mantiene inmutable, por el contrario, puede aumentar siempre y cuando confiemos en nuestra capacidad para sobreponernos a las dificultades y nos interese seguir aprendiendo (Good, Aronson & Inzlicht, 2002; Hong et al., 1999; Robins & Pals, 2002; Stipek & Gralinski, 1996). Las teorías de la inteligencia como un constructo maleable se llaman «teorías de la inteligencia incremental». Por supuesto, no todo es relativo. Que la inteligencia sea maleable no significa que todos tengamos el mismo potencial o que aprendamos con la misma facilidad, el punto de estas investigaciones es mostrar que existe la posibilidad de seguir desarrollando (o reduciendo) nuestra capacidad intelectual a lo largo de toda la vida.
Comentarios (orwellianos) finales
Actuar de forma moralmente reprobable, por ejemplo, en un momento determinado no a convierte nadie en una persona ruin, como tampoco deberíamos ser canonizados por ayudar a cruzar la calle a un ciego o nonagenario. Es fácil caer en la idea irracional de que una evaluación determina quienes somos (o quién es el otro). En palabras de Jung, «pensar es difícil, por eso la mayoría de las personas juzga». Las secuelas de haber sido etiquetados como «inteligentes» o «tontos» son heridas latentes que muchos adultos todavía cargan sobre sus hombros.
Por este motivo, más que en alimentar el autoestima diciéndonos a nosotros mismos o los demás que somos «inteligentes», conviene incentivar el esfuerzo y la perseverancia. La clave está en los procesos, no en el resultado final. Es más útil plantar entonces, «todavía no has alcanzado el resultado, si te esfuerzas podrás hacerlo mejor» que «has reprobado» (Dweck, 2017).
El problema de fondo detrás de un alto nivel de neuroticismo está en la forma global (y frecuentemente lapidaria) en que nos evaluamos y hacemos juicios de valor. Es más realista y útil monitoriar nuestro desempeño de manera especifica y transitoria.
La forma en que nos pensamos a nosotros mismos comienza a colisionar con nuestros deseos en los primeros años de vida con la socialización, con los mensajes de lo que está «bien» y lo que está «mal» y con el juicio que hicieron de nosotros. Este dispositivo de control que nos lleva a categorizarnos a nosotros mismos en términos de adecuados o inadecuados («deficiente», «bueno», «sobresaliente»), nos sigue afectando en la vida adulta:
La consigna de todos los despotismos era: «No harás esto o lo otro». La voz de mando de los totalitarios era: «Harás esto o aquello». Nuestra orden es: «Eres».
George Orwell – 1984.
Lo más probable es que la imagen que tenemos de nosotros mismos no sea un reflejo fidedigno. Tampoco creo, como sostuvo Sartre, que «somos lo que hacemos con lo que hacen de nosotros». En todo caso asumo, como Heráclito, que lo único permanente es el cambio, o en palabras de Monsieur Foucault (2017), «no me pregunten quién soy ni me pidan que siga siendo el mismo».
En el próximo post seguiré escribiendo acerca de la forma en que nos hablamos a nosotros mismos desde la perspectiva del jocoso psicólogo cognitivo Albert Ellis y del pesimista filósofo alemán Arthur Schopenhauer. (Qué dupla).
Biografía
Blackwell, L. S., Trzesniewski, K. H., & Dweck, C. S. (2007). Implicit theories of intelligence predict achievement across an adolescent transition: A longitudinal study and an intervention. Child development, 78(1), 246-263.
Dweck, C. (2017). Mindset-updated edition: Changing the way you think to fulfil your potential. Hachette UK.
Foucault, M. (1997). La arqueología del saber. Siglo xxi.
Good, C., Aronson, J., & Inzlicht, M. (2003). Improving adolescents’ standardized test performance: An intervention to reduce the effects of stereotype threat. Journal of Applied Developmental Psychology, 24(6), 645-662.
Hampshire, A., Highfield, R. R., Parkin, B. L., & Owen, A. M. (2012). Fractionating human intelligence. Neuron, 76(6), 1225-1237.
Hong, Y. Y., Chiu, C. Y., Dweck, C. S., Lin, D., & Wan, W.
(1999). Implicit theories, attributions, and coping: A
meaning system approach. Journal of Personality and Social Psychology, 77, 588 – 599.
Robins, R. W., & Pals, J. L. (2002). Implicit self-theories in
the academic domain: Implications for goal orientation,
attributions, affect, and self-esteem change. Self and
Identity, 1, 313 – 336.
Orwell, G. (2009). Mil novecientos ochenta y cuatro . La biblioteca de todos.
Stipek, D., & Gralinski, J. H. (1996). Children’s beliefs about
intelligence and school performance. Journal of Educational Psychology, 88, 397 – 407.
Hola Diego, gracias por agregarme a la lista. Me gusta leerte. Sigo con el dolor del cuello. Me diagnosticaron rectificación cervical que puede terminar en una hernia de disco en la base del cuello si no evito las contracturas que siguen. Por las noches me dieron Valium. Y ahora sigo intentando encontrar un buen Osteopata pues la kinesio no me funciona. Sigo en Buenos Aires hasta el 16 y luego voy a España. Y a noruega en abril, mediados, asi que ojalá pueda dar con un buen Osteopata o fisio por allí. Dicen que en el país vasco hay muy buenos. Por ahí te visito algún día.
Espero que estes muy bien y te mando un abrazo 🤗
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Genial, Shakeo! Avisame si venís por acá. Te escribo en estos días por privado.
Hola de nuevo Diego,
Llegó como agua de mayo Neuroticismo parte II.
Nos vemos como nos dicen que somos? O nos vemos como nos pensamos cuando nos dicen que somos?
Nos vemos como nos pensamos? O nos vemos como nos pensamos cuando estamos pensando en como nos pensamos?
Es complejo el tema y lo que he dicho seguro que un enredo monumental,
«Las críticas constructivas son vividas como fracasos que comprometen la identidad»
Me gustaría que desgranases un poco más esta idea
Cómo siempre tus posts dan mucho que pensar aunque sea erróneamente…
Abzs
Kaixo, Isa! Difícil de contestar a todas la preguntas. Imagino que todas las anteriores nos afectan pero el gradiente depende de c/u.
En la mentalidad fija las críticas bienintensionadas, destinadas a mejorar, son malinterpretadas. Si me corriges una falta de ortografía (lo cual agradezco infinitamente), por ejemplo, voy a interpretar que me dices que soy burro y no sé escribir. No voy a considerar lo que me dices porque voy a asumir que me insultas.
Más aún, si alguien hace una crítica destructiva y nos afecta, nos desprime, no da rabia, lo más probable es que esté confirmando nuestra creencia previa que tenemos poco valor o que somos inútiles haciendo tal o cual.
La crítica (de cualquier tipo) puede mover nuestras inseguridades, sólo si las tenemos o si no están suficientemente trabajadas. Una persona que está segura de sí misma no se cabrea por las críticas, en todo caso las integra o las descarta sin considerarlas como algo personal. Sabe que uno sigue siendo quien es, mantiene su valor intrínseco, incluso cuando se equivoca. Como decía mi abuela, tiene claro que una golondrina no hace primavera.
Las personas pueden decir cosas crueles, eso ocurre y no subestimo este impulso humano (demasiado humano), pero si un comentario genera una caja de resonancia que nos resulta insoportable, el insidioso «amigo» que hizo el comentario o señalamiento nos está indicando (generalmente de forma involuntaria) con bastante precisión qué debemos trabajar en nosotros mismos.
Por poner un ejemplo políticamente correcto, si me llamas sudaka, tiraflechas, guachupino, machupichu, payoponi (deben estar sonando todas las alarmas de WordPress en este momento) me va a causar gracia porque estoy convencido que no es una virtud haber nacido en donde uno nació, sino más bien un fenómeno aleatorio. También tengo mis inseguridades, pero no revelaré cuál es mi criptonita aquí, solo diré que tengo complejos (o que estos me tienen a mi).
Creo que pasa un poco por ahí. Ojalá haya desgranado suficientemente bien la respuesta.
Agur, gallega! 😉
Buen post Diego. Me ha resultado muy interesante el concepto de mentalidad de crecimiento. Un abrazo.
Gracias, bonika! Estoy terminando el próximo, a ver si me dices lo mismo con el siguiente. Agurrrrr y hasta pronto!
Hola querido!!
Espero no te lo tomes a mal, siempre sera mejor que llamarte guachipino tiraflechas… que por otro lado a mi me resulta encantador, no veo ningún descalificativo, tal vez en algún momento fue así…y qué, «disculpa si de repente te resulta ofensivo», no hay intención.
Muchas gracias por tu respuesta
sobradamente desgranada, aclarada e ilustrada, como no podía ser de otra manera.,
Si no lo interpreto bien, puedes estar seguro que se debe a mi torpeza y tampoco pasaría nada,. No saldría de mi jurisdicción.
El asunto, y procuraré no personalizar, aún a riesgo de hacerlo, es que creo que en general, somos capaces de observar cuando la crítica es objetiva y empática, ya no digo bienintencionada (que nos libren de las buenas intenciones de algunos individuos) sin tener en cuenta cuando se hace desde la rabia y se pasa a juzgar que no a «pensar» como dice Jung…me tomo la licencia de parafrasearle gracias a que tú lo mencionaste.
La crítica de una mente fija que no es objetiva necesariamente, creo pretende un beneficio de quién la hace, busca una confirmación de lo que está diciendo.
Tomando tu ejemplo, si me llamás burro y reacciono piensas que soy un burro, y si no también, ahí saber que uno no lo es funcionaría a nuestro favor.
Pero quizás la tarea más ardua y difícil de lograr, es saber cuánto tiempo podemos aguantar, donde está esa frontera que te avisa «has llegado, has tocado fondo» y ya la decepción, tristeza y desánimo que provoca este juicio según de quién provenga, deja de importar.
Fragmento de «Lo que el viento se llevó»
Escarlata: Ohh, Red, pero si te vas, que voy a hacer sin tí?
Red: Sabes una cosa querida «me importa un bledo».
Aquí realmente es donde entra en juego la fortaleza y el no sentirnos menos porque como has explicado muy bien, hacemos grande a quien insulta y descalifica permaneciendo indolentes, inmovilizados que no, estóicos,
No podemos ser tibios cuando lo que realmente están haciendo los que practican ese juego, es un alarde de miseria y depravación moral.
Mentalidad fija vs mentalidad de crecimiento, ahí creo que está la clave.
Estoy segura de que si reúno todos tus posts, tendré en mis manos un auténtico manual de psicoterapia. Que edificante!!
Gracias de nuevo Diego, acabo de ver que has sacado Neuroticismo III, y me está entrando urgencia por leerlo.
No me importaría ser gallega aunque solo sea por salir un rato de mí.
Un halago por tu parte, me gustó.
Agur, hasta pronto, abzos.
Gracias por tu comentario, Isabel! Sacas un tema que quedó fuera de la tercera parte (quizás lo agregue a la cuarta). Ellis recomendaba buscar entornos que potencien nuestra indivualidad, donde nos entiendan y descartar las personas y situaciones que nos hacen sentir menos libres y auténticos. Como tu dices, bien con hacer introspección, pero llega un punto en que tenemos que hacer algo con las conclusiones a las que hemos arribado.
No tenía presente esa escena de Lo que el viento se llevó.
Habrás notado que no pude evitar llevar nuestra discusión al siguiente artículo (al final). Así que te agradezco por eso, me has dado que escribir.
Estoy de acuerdo, es necesario poner límites y defenderse. En esto hay dos niveles (interno y externo), cada quien lo hace a su estilo y de acuerdo a su estilo de personalidad, pero es necesario pensar dónde ponemos a los otros, más arriba, a nuestra altura, más abajo, más cerca o más lejos. Creo que las personas nos hacen sufrir, o hacemos sufrir a otros, cuando no las posicionamos donde realmente tienen que estar. Hay mucho de logística en las relaciones humanas.
Espero disfrutes de la parte 3.
Abrazo y seguimos en contacto.