Psicología Analítica – Ps. Diego Durán https://diegoduranblog.wpcomstaging.com Psicólogo Clínico Bilingüe. Licenciado en Psicología/Master en Psicoterapia. Fri, 19 Nov 2021 01:23:55 +0000 es hourly 1 https://diegoduranblog.wpcomstaging.com/wp-content/uploads/2021/01/cropped-icono-1-150x150.png?crop=1 Psicología Analítica – Ps. Diego Durán https://diegoduranblog.wpcomstaging.com 32 32 117911546 Mantenerse Estoico (Parte V) https://diegoduranblog.wpcomstaging.com/2020/09/15/mantenerse-estoico-parte-v/ https://diegoduranblog.wpcomstaging.com/2020/09/15/mantenerse-estoico-parte-v/#comments Tue, 15 Sep 2020 17:07:07 +0000 http://diegoduranblog.wpcomstaging.com/?p=2176  

Sobre la felicidad, de Lucio Anneo Séneca (55 D.C) es un manual para una vida con sentido y, de paso, combatir las adicciones. La felicidad, para Séneca, se alcanza mediante la búsqueda de la virtud. La infelicidad, por el contrario, ocurre cuando ponemos por delante la búsqueda del placer antes que la virtud. Las dos pueden ocurrir en simultáneo, pero —según los estoicos— el placer no debe buscarse deliberadamente. Respecto a esto, Séneca corta grueso diciendo:

Que la virtud marche delante y el placer le acompañe y vaya junto a ella, como la sombra junto al cuerpo. Hacer de la virtud el más excelso de todos los bienes, una esclava del placer, es propio de un hombre incapaz de concebir nada grande.

(pág. 19)

Generalmente confundimos el placer con la felicidad porque nuestro funcionamiento biológico y psíquico está dirigido a buscar el placer y evitar el sufrimiento. Sin embargo, para Séneca, el sufrimiento es inevitable y el placer es como una fiera que cuanto más la alimentamos, más amenaza con comernos crudos:

Así como cazamos a las fieras con esfuerzo y peligro, y su posesión, una vez cogidas, es también inquieta, pues con frecuencia despedazan a sus dueños, del mismo modo los que poseen grandes placeres caen en un gran mal, y los antes conquistados los apresan; y cuanto más numerosos y grandes son, tanto más pequeño y siervo de más señores es aquél a quien el vulgo llama feliz.

(pág. 19)

Séneca insiste en la búsqueda de la virtud a ultranza. Con cierta razón, a Nietzsche —vitalista hasta la médula— la idea de subordinar los instintos a la razón le revolvía las tripas. Para mi gusto, teniendo en cuenta que el mismo Séneca reconoce que ha fracasado en esta empresa, conviene entender la virtud como un ideal regulativo, de tal manera, es posible alcanzar una ecuación personal en la cual podamos convivir con el placer y no vivir para el placer. He aquí la diferencia entre hacer lo que se tiene ganas (placer) y hacer —concienzudamente— lo que se quiere (virtud). Alcanzar la virtud es improbable, pero en la medida que nos acercamos, vamos ganando libertad.

Confieso que he dudado bastante si compartir este audiolibro porque en algunos momentos, para mi gusto, el registro lingüístico puede parecer similar a la un sermón dominical. Entiendo que este libro puede ser particularmente útil cuando nos cuesta organizarnos, ser constantes y disciplinados, pero tengo serias dudas que la búsqueda del placer sea en si mismo algo a ser evitado por completo. Lo cierto es que somos Humanos, Demasiado Humanos, y quizás esto no esté tan mal.

Incluso Séneca, que no era hipócrita, termina reconociendo su fracaso en este menester:

No digo estas cosas por mí, pues estoy sumido en todos los vicios, sino por aquel que ya ha conseguido algo. “Hablas de un modo y vives de otro”. Este reproche, ¡cabezas llenas de malevolencia y de hostilidad a todos los mejores!, se ha hecho a Platón, se ha hecho a Epicuro, se ha hecho a Zenón; pues todos estos éstos decían, no como vivían ellos mismos, sino cómo hubiesen debido vivir. Hablo de la virtud, no de mí, y cuando clamo contra los vicios, lo hago en primer lugar contra los míos: cuando pueda, viviré como es debido.

(pág. 25)

Habiendo planteado mis suspicacias —y ahora sí, en defensa de este ensayo— , diré que Sobre la felicidad, me ha hecho recordar a Otto Gross, que fue uno de los primeros seguidores de Freud y paciente de Jung. En realidad, fue paciente de Jung hasta que se invirtieron los roles y Gross lo terminó ayudando a superar inhibiciones sexuales (esto cobró forma en su famoso y polémico affair con una paciente, Sabina Spielrein). El punto es que Gross rechazó la teoría de la represión sexual de Freud, alegando que la civilización enferma a las personas al castrar sus instintos y él, personalmente, llevó su teoría anti-represión al extremo. ¿El resultado? Un tipo intelectualmente brillante que fue condenado al ostracismo por la comunidad psicoanalítica, vivió como indigente y fue encontrado muerto a los cuarenta y tres años en las calles de Berlín producto de una neumonía producida por el abuso de drogas. No hay vuelta, vivimos y morimos de acuerdo a la forma en que pensamos.

Escena de Un Método Peligroso (Cronenberg, 2011) entre Jung (Michael Fassbender) y Otto Gross (Vincent Cassel).

Según el bis-bis-abuelo Freud (esta vez le doy la razón), vivimos en una lucha constante entre nuestro instinto de placer (y muerte) y el deber ser («Superyó«). Creo que, a propósito de este post, alcanza con mencionar que hay una parte del instinto de placer que necesita ser restringido y una parte del deber ser que también necesita ser matizado (si no queremos convertirnos en replicantes, claro). La forma de lidiar con estas dos fuerzas psicológicas en constante conflicto depende de cada uno y no puede ser generalizable.

Uno de los ejercicios que propongo a mis pacientes es escribir en una hoja cómo estarían en cinco años si se dejaran arrastrar por sus placeres momentáneos y compulsiones, y en otra, cómo estarían en cinco años si lograran enfocarse en lo que realmente quieren alcanzar. Si logramos hilar fino, es sorprendente lo que ocurre cuando ponemos por escrito lo que queremos evitar (nuestros obstáculos internos) y lo contrastamos con nuestros objetivos.
Las preguntas de esta semana son: ¿Sabemos administrar el tiempo de ocio? ¿qué parte de nuestro tiempo destinamos a hacer lo que realmente queremos hacer y qué parte funcionamos por automatismos o conductas compulsivas? La búsqueda en exceso del placer puede llevarnos a tener problemas con la comida, el alcohol, tabaco u otras drogas, el sexo y la pornografía, el trabajo, la codicia económica, la búsqueda de aceptación, la rumiación, la dependencia emocional, la pereza e incluso perder tiempo valioso en las redes sociales. Pero, ¿en qué medida elegimos hacer estas actividades y en qué medida lo hacemos para evitar o anestesiar —en vez de enfrentar— nuestros problemas?

Advierto que el locutor de este audiolibro tiene una voz calma y la música de fondo también es apacible, así que puede generar somnolencia.

Adjunto a continuación el audiolibro para escuchar en esta misma página, para descargarlo en cualquier dispositivo móvil, el texto original en PDF y la versión original de YouTube que encontré en el canal Grandes Tesoros vive.



Otros libros y audiolibros de Séneca que también merecen ser leídos y escuchados


Sobre la brevedad de la Vida

Este audiolibro de una hora, treinta y un minutos —narrado por Artur Mas— nos plantea que la vida no es corta, en absoluto, especialmente en la medida que somos conscientes de su brevedad (memento mori). El problema radica en que generalmente perdemos nuestro tiempo, y así, lapidamos la posibilidad de vivir mejor. Entre otras cosas, este audiolibro es acerca de cómo administrar nuestro tiempo y es un excelente complemento a Sobre la felicidad.

La vida se hace corta y está llena de ansiedad para aquellos que olvidan el pasado, abandonan el presente y temen al futuro


De la ira

Estos ensayos explican a la perfección la indignación colectiva mal canalizada en la que vivimos este siglo. Para Séneca la ira es producto de la impotencia y la búsqueda absurda de reparar mediante la violencia un daño causado con anterioridad (ley de Talión). Un buen guerrero, alega, no es aquel que utiliza más violencia, sino el que sabe mantener la mente calma y actuar con precisión, la ira, según él, agrava cualquier problema. En tiempos de caza de brujas 2.0 e indignación colectiva en 280 caracteres, Séneca nos recuerda que la indignación de los moralistas nunca ha generado justicia, sino más bien todo lo contrario. En estos libros Séneca nos insta a confiar en nosotros mismos y a no caer en provocaciones:

Quienes sacan conclusiones que se fundamentan en falsas impresiones son, irónicamente, los que resultan más heridos. ¿De verdad crees que su conocimiento holístico acerca de ti es superior al tuyo? No permitas que tus emociones se enciendan ante meras apariencias.

Muy a mi pesar, no he encontrado una buena versión en español de este audiolibro que me convenza, así que adjunto el PDF y un audiolibro en inglés (de cuatro horas, treinta minutos) que me ha acompañado en largas caminatas y me ha gustado bastante.


Cartas a Lucilio

Este compilado epistolar es mi libro preferido de Séneca. El texto no puede ser más sucinto y claro, trata sobre temas como la amistad, el conocimiento, el libre albedrío, la confianza en uno mismo y la vida en sociedad. Estas cartas nos muestran —en un tono de camaradería— un caso excepcional de claridad mental, eso es, considerar que lo mejor es lo suficiente:

Los deseos naturales son limitados, pero los que brotan de la falsa opinión no pueden detenerse en ningún punto.

O, dicho en criollo, no necesitamos gran cosa para ser felices.

 

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TFM – Trauma, Disociación e Identidad https://diegoduranblog.wpcomstaging.com/2020/04/15/tfm-trauma-disociacion-e-identidad/ https://diegoduranblog.wpcomstaging.com/2020/04/15/tfm-trauma-disociacion-e-identidad/#comments Wed, 15 Apr 2020 19:17:06 +0000 http://diegoduranblog.wpcomstaging.com/?p=1587 Esta tesis que adjunto corresponde a la Maestría en Psicología Analítica Junguiana que realicé en Universidad Católica del Uruguay. Este es el segundo máster que he hecho, el anterior fue en Psicoterapia Analítica Grupal (puedes acceder al material completo aquí).

Comparto con Ustedes una versión reducida del trabajo porque, por motivos obvios, no incluyo aquí el análisis de un caso clínico (si bien he utilizado un pseudónimo y alterado algunos detalles para mantener la confidencialidad).

¿Qué puede aportar este trabajo? En principio tres asuntos:

El primero. La temática giró en un principio respecto al Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), sin embargo, en la medida que fui profundizando sobre este trastorno me fui dando cuenta que las bases nosológicas de este diagnóstico, tal como se encuentra en el DSM-5, no parecen estar bien construidas, por varios motivos (enumero los tres que me parecen más relevantes):

a) Es posible diagnosticar a dos personas con TLP sin que tengan ningún síntoma en común.

b) A nivel de investigación, no resulta controversial asegurar que el TLP está ligado íntimamente con el trauma. Sin embargo, en lugar de clasificar al TLP dentro de los trastornos producidos por trauma o estresores, se encuentra dentro de los trastornos de personalidad (como si la variable trauma pudiera ocurrir o no en el TLP).

c) La altísima comorbilidad del TLP con los Trastornos Disociativos y los Trastornos de Estrés Post-traumáticos (especialmente con el Trastorno de Estrés Post Traumático Complejo) es tan grande que hacer un diagnótico diferencial objetivo resulta, en la enorme mayoría de los casos, directamente imposible a nivel práctico.

Lo importante, en relación al tratamiento, es entender que existen criterios transversales relacionados con el trauma, la disociación y la identidad que son centrales para entender y tratar este tipo de patologías. Personalmente entiendo que abordar estas tres variables a nivel psicoterapéutico es más importante que discutir el diagnóstico diferencial (problema que entiendo irresoluble si nos basamos exclusivamente en los criterios diagnósticos del DSM-5). Respecto a este punto recomiendo leer a Allsopp y la Teoría de la Disociación Estructural de la Personalidad de Van der Hart. Creo que es importante revindicar que a nivel de diagnóstico y de tratamiento, investigadores independientes y universidades de todas partes del mundo que han logrado hacer avances oportunos, serios y significativos que están por fuera de la corriente principal de la APA (no cabe duda que esta institución es una referencia fundamental, pero también es cierto que parece moverse de forma lenta respecto a los cambios sociales, estar sobrevalorada en el ambiente de psicólogos y psiquiatras, somado a una lista histórica de graves errores metodológicos y éticos).

El segundo. En la tesis que comparto el día de hoy, también planteo cómo Jung ha sido un precursor de la teoría de la disociación y cómo los avances actuales ratifican afirmaciones que expresó hace casi un siglo con bastante precisión y claridad.

El tercero. El énfasis de la tesis está puesto en la disociación victima-agresor y cómo este conflicto interno repercute en las relaciones interpersonales y la identidad de las personas que sufren trastornos disociativos. La tesis fundamental de este trabajo sostiene la necesidad de fortalecer la Función Trascendente para permitir simbolizar estos contenidos y evitar así la compulsión de repetición.

Por mi parte, no tengo pensando continuar haciendo maestrías o empezar un doctorado por el momento. Después de quizás demasiado tiempo formando parte de la comunidad académica —tanto como estudiante como profesor— mi nivel de preocupación respecto a los planes académicos universitarios ha ido en aumento, posiblemente después del impacto que ha tenido el Plan Bolonia (no sólo en Europa, sino también en el resto de occidente), que ha tenido como objetivo fomentar la especificidad del conocimiento en detrimento de una formación integral. Esto me resulta especialmente preocupante en Psicología. El limite del absurdo llega a la lucha interna entre las distintas corrientes, en lugar de favorecer la cooperación intra y extra disiplinar. Como quizás puedan intuir, este tema da para largo y claramente no es el momento de tratarlo. Ya escribiré sobre este asunto a su debido tiempo, porque está claro que ahora el horno no está para bollos…

Como siempre, aliento a que otros colegas compartan este tipo de trabajos en la web. Puede ser un aporte modesto, pero entiendo que la suma de contenidos ayuda a democratizar el conocimiento. Sé que el texto que adjunto es técnico, pero espero que profesionales de mi área y personas interesadas en psicología en general puedan sacar algún provecho. Sin más cháchara, aquí queda:

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Melancolía, Depresión, Inspiración https://diegoduranblog.wpcomstaging.com/2018/09/02/melancolia-depresion-inspiracion/ https://diegoduranblog.wpcomstaging.com/2018/09/02/melancolia-depresion-inspiracion/#comments Sun, 02 Sep 2018 03:40:23 +0000 http://diegoduranblog.wpcomstaging.com/?p=307 Soy melancólico. Gasto una obscena cantidad de tiempo rumiando los por qué, para qué, qué quiere decir esto y ahora qué hago. Me aburre la frivolidad vigoréxica, las conversaciones acerca del tiempo, fútbol o teléfonos móviles. Me cuesta procesar las pérdidas, y todavía más, encajar en mi cabeza la idea que algunas cosas pasan sin ningún motivo, o de forma aleatoria. Lo asumo, soy así, un bucólico empedernido, una un especie de malcontent de la psicología postmoderna.

Pero no estoy sólo en esto. Los antecedentes de Madame Melancolía se remontan hasta la Antigua Grecia. Hipócrates consideraba que los cuatro elementos (agua, fuego, tierra y aire) tienen su correspondiente en el cuerpo humano en la sangre, bilis negra, bilis amarilla y la flema. La hipertrofia de estos componentes dan lugar a cuatro tipos de temperamentos. Cuando predomina la bilis negrapensaba se tiene un temperamento melancólico asociado con personalidades introvertidas y reflexivas.

El temperamento melancólicopara Aristóteles traía consigo una memoria extraordinaria y era fuente de genialidad:

«¿Por qué ocurre que todos aquellos que se convierten en eminencias en la filosofía, política o las artes son claramente melancólicos y muchos de ellos se vieron afectados por enfermedades de la billis negra?» (Tellenbach, 1980, 24).

En Crítica a la Razón Pura, Kant (1787) plantea que en la melancolía se encuentra un valor estético y moral relacionado con «lo Sublime». Este tipo de temperamento está basado en ideales morales; no en tristeza sin sentido.

«La depresión persiste a lo largo de los siglos como un lugar común en donde se encuentran genios creativos. Pintores de la escala de Vincent Van Gogh, Henri de Toulouse-Lautrec, Jackson Pollock y Mark Rothko; escritores como Ernest Hemingway, Samuel Beckett, Edgar Allan Poe y Virginia Woolf; poetas como Charles Baudelaire, Rainer, Maria Rilke y Emily Dickinson; compositores como Ludwig van Beethoven, Frédéric Chopin y Irving Berlin. Estos artistas reflejaron de forma bastante transparente su vida y sus estados depresivos» (Bowring, 2016, p 40).

No creo que Bowring esté haciendo aquí una lista de depresivos ilustres; creo que se refiere más bien a personas con temperamentos melancólicos. Pongámoslo así: a nivel nosológico, tengo un temperamento melancólico, pero no configuro un trastorno depresivo.

La gran diferencia entre un temperamento melancólico y un trastorno depresivo recae en la capacidad para darle sentido al sufrimiento. Rosen (1993) lo escribe claramente:

«Imagínense hombres y mujeres aborígenes forzados a buscar refugio durante el día en una cueva oscura, para escapar de un depredador, del tiempo malo, o de un terremoto. Quizás tengan hambre, frío, miedo, pero al menos están más seguros que si estuvieran afuera, y su retiro a la luz del día les ha dado una oportunidad de volver a ganar su equilibrio. La depresión es análoga a la búsqueda de refugio en la cueva. Para la psique humana, la depresión es la reacción natural a una situación desgarradora, y a pesar de que es desagradable en muchas maneras, es esencial si la psique ha de adaptarse y superar la situación».

Para que haya depresión, no puede ser posibleo tiene que resultar muy difícil salir de la cueva y se tiene que desconocer las causas específicas del sufrimiento. Una persona con temperamento melancólico, en cambio, elige muchas veces quedarse en la cueva, se siente triste, teniendo una idea más o menos clara de la raíz de su malestar y se preocupa de darle forma a esta masa confusa en un acto creativo. Mark Pettinelli (2000), explica esta diferencia diciendo:

«La diferencia entre la tristeza y la depresión radica en que la depresión disminuye el estado de ánimo y afecta el resto de las sentimientos y emociones. Sin embargo, la tristeza es simplemente un sentimiento aislado, por esta razón la depresión afecta el resto de los sentimientos porque en un estado depresivo no puede reconocer el sentimiento de tristeza original que lo causó, los sentimientos se encuentran mezclados. Si alguien puede identificar la razón por los cual está triste, entonces ya no está deprimido, por el contrario, si uno se olvida los motivos por los cuales uno está triste vuelve a deprimirse» (p. 13).

Tanto una persona con un temperamento melancólico, como una alguien con un trastorno depresivo, tienden a volcar su atención en el pasado, pero de forma distinta. La base de la creatividad en el temperamento melancólico recae sobre et in arcadia ego o el recuerdo de un paraíso idealizado que jamás ocurrió. Se trata de un sentimiento de nostalgia, es la búsqueda proustiana del tiempo perdido con la esperanza de un eventual restitutio ad integrum (volver a una situación original). Tiene que ver con la justicia; interesa ir hasta el final, a la raíz del problema y redimirse mediante un acto creativo.

Para Jung (en Rosen, 1993), la depresión es una estrategia evolutiva. Según él, se da una introversión involuntaria para elaborar aquello que en el pasado no ha sido procesado. Este no es un movimiento psíquico caprichoso, tiene una finalidad prospectiva (un sentido hacia adelante, un para qué). O por lo menos, eso escribía en 1863 un tal Charles Baudelaire (2013):

«Afirmo que la inspiración tiene alguna relación con la congestión, y que todo pensamiento sublime va acompañado de una sacudida nerviosa, más o menos fuerte, que resuena hasta el cerebelo. El hombre de genio tiene los nervios sólidos; el niño los tiene débiles. En uno, la razón ha ocupado un lugar considerable; en el otro, la sensibilidad ocupa casi todo el ser. Pero el genio no es más que la infancia recuperada a voluntad, la infancia dotada ahora, para expresarse, de órganos viriles y del espíritu analítico que le permite ordenar la suma de materiales acumulados involuntariamente».

En lo que a mi concierne, este blogtodavía en pañales representa un gesto homeopático de redención, de poner mi historia y conocimientos a disposición de un otro, al cual, incluso sin conocerlo, me interesa que corra un serio riesgo de aprender algo. Para el abuelito Junghablando de melancólicos recalcitrantes–, esta es otra forma de dar sentido. Por motivos también autorreferenciales, siempre tengo presente la misiva que tuvo con una mujer que no lograba adaptarse a un país extranjero:

«Si tuviese que vivir en otro país, buscaría una o dos personas que parecieran amigables e intentaría hacer algo útil por ellos, de forma tal que la libido volviera a mi desde afuera, incluso en una forma primitiva. Criaría animales y plantas e intentaría obtener alegría de su vitalidad […] Cuando la oscuridad se va haciendo cada vez más densa, penetraría en el ojo del huracán y no descansaría hasta que en medio del sufrimiento, una luz se revelara en ese in excessu affectus [en exceso de afecto o de pasión]. La naturaleza se revierte a sí misma».

Por supuesto, Jung pudo haber contestado –con condescendencia– que trate de no pensar, que vea el vaso medio lleno o que se repita mirándose al espejo afirmaciones positivas porque, en definitiva, la vida es maravillosa. Pero no, a Jung –como a cualquier melancólico que se precie de tal– no le interesó ofrecer una solución cosmética:

«Lucharía con el Ángel Oscuro hasta que me dislocara la cadera. Porque él es también la luz y el cielo azul que está por encima mío […] De todas formas, eso es lo que haría yo. Lo que harían otros, es otra pregunta que no puedo contestar. Para mi también hay un instinto de alejarme o de adentrarme en las profundidades. Nada de tomar medidas a medias, nada de pasiones por la mitad. Mis deseos cordiales, como siempre, C. G. Jung».

Jacob peleando con el Ángel – Alexander Louis Leloir (1865)

Bibliografía

Baudelaire, C. (2013). El pintor de la vida moderna (Serie Great Ideas 28). Taurus.
Bowring, J. (2016). Melancholy and the Landscape: Locating Sadness, Memory and Reflection in the Landscape. Routledge.
Tellenbach, H. (1980). Melancholy: history of the problem, endogeneity, typology, pathogenesis, clinical considerations (Vol. 9). Duquesne University Press.
Pettinelli, Mark (2000), The Psychology of Emotions, Feelings and Thoughts. Oxford University Press.
Rosen, D. H. (1993). Transforming depression: Egocide, symbolic death, and new life: A Jungian approach using the creative arts. JP Tarcher.
Kant, I. (2009). Crítica de la razón pura. Ediciones Colihue SRL.

Correspondencia entre Jung y «N»

https://www.dpselfhelp.com/forum/index.php?/topic/11295-jungs-letter-on-depression/

Por más información.

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Tres ideas para entender la Psicoterapia Online  https://diegoduranblog.wpcomstaging.com/2017/08/07/tres-ideas-para-entender-la-psicoterapia-online/ https://diegoduranblog.wpcomstaging.com/2017/08/07/tres-ideas-para-entender-la-psicoterapia-online/#comments Mon, 07 Aug 2017 23:28:27 +0000 http://diegoduranblog.wpcomstaging.com/?p=82 En julio de 2016 viajé de Uruguay a España para hacer un máster de tres años en psicoterapia grupal. Planteé la posibilidad a mis pacientes —que veía semanalmente en mi consultorio—, de continuar el proceso vía Skype. Fue un momento crítico tanto para los pacientes —algunos de ellos vivieron este cambio como un abandono— como para mi, que me ha llevado a entender este tipo de psicoterapia, y la psicoterapia en general, desde una nueva perspectiva.

El difícil pasaje del contacto directo a videollamada me llevó a hacerme dos preguntas fundamentales, que algunos años más tarde comienzo a responder:

¿Estoy comprometiendo la calidad de mi servicio como terapeuta al trabajar a distancia?

Es posible construir y mantener una relación profunda y comprometida a través de un medio artificial? 

Una respuesta rápida podría ser que —por lo menos a nivel cuantitativo— varios estudios concluyen que no existe una diferencia significativa en la efectividad de la psicoterapia co-presencial respecto a la modalidad online (Pier et al., 2008; Bouchard et al., 2004; Germain et al., 2009 en Suler, 2016). Sin embargo, mirando con mayor detenimiento, esta pregunta se vuelve intrincada, incómoda y definitivamente no se resuelve en términos de si la psicoterapia online es mejor o peor que la co-presencial, sino más bien, cuándo y con qué propósitos conviene optar por cada una. Los psicólogos de corrientes psicoanalíticas —que con cierta vanidad la autoproclamamos “psicología profunda”, para distinguirnos de las demás— tenemos un problema añadido que radica en entender la relación psicoterapéutica como principal agente de cambio. Por esta razón no debiera sorprendernos que psicólogos cognitivos —que centran la psicoterapia en objetivos, no tanto en el vínculo— nos lleven en este momento una amplia delantera en el uso de psicoterapia online (Mora, 2008), mientras que los psicoanalistas tenemos todavía reparos al momento de trabajar a distancia. La pregunta que nos hacemos es: cómo es posible adaptar nuestras teorías —muchas de ellas tienen más de un siglo— a las características específicas del setting virtual.

Es importante que los psicólogos estemos abiertos a nuevas formas de tratamiento que se adapten a las demandas actuales, pero también es nuestro menester hacerlo sin idealizar un método de trabajo de forma acrítica solo porque se ha popularizado. Por esta razón comparto aquí tres conclusiones a las que he llegado durante el último año.

A) La psicoterapia vía Skype no ocurre en un consultorio; la psicoterapia clásica o co-presencial, tampoco.

Me parece cierto el cliché acerca de cuán obsesivos podemos llegar a ser los psicoterapeutas respecto a nuestro espacio de trabajo, queremos que todo esté en orden, bajo control, estudiamos la distancia que vamos a tener con el paciente, la luminosidad de la habitación, no somos indiferentes al metraje, elegimos meticulosamente las revistas o libros de sala de espera, intentamos evitar cualquier ruido que pueda interferir con la psicoterapia… La bibliografía acerca de cómo gestionar este espacio sagrado y las acaloradas discusiones con colegas acerca de qué cuadro elegir y cual no han dado lugar a discusiones irresolubles en vida. Es curioso cuán rápido nos olvidarnos nosotros mismos que la psicoterapia no ha pasado nunca en un espacio físico sino más bien en uno mental, atemporal y, probablemente, espiritual. Se trata de una relación que tiene lugar en una «matriz transferencial» (Wiener, 2009), en un espacio inmaterial que se desarrolla durante la sesión, entre sesión y sesión, e incluso algunas de las conversaciones o tipo de vínculo con el terapeuta pueden cobrar sentido años después de haber finalizado el proceso terapéutico.

Sigmund Freud (1911-15) fue el pionero en señalar que el paciente proyecta sobre el terapeuta imágenes, fundamentalmente parentales, de forma tal que el paciente no se vincula del todo con el terapeuta de carne y hueso, sino más bien con un personaje o imagen interna. En la psicoterapia ocurre un estado de despersonalización deseable en el cual el mundo interno, co-construido entre el paciente y terapeuta, desplaza la realidad cotidiana actualizando en los involucrados un determinado conflicto o trauma. La psicoterapia se trata acerca de la percepción subjetiva del mundo interno. Por este motivo, si un paciente estuviese particularmente interesado en saber dónde compré el tapizado de pared, me preocuparía, porque de alguna forma espero que su atención no esté en el consultorio, sino en esa otra habitación.

red room
El Cuarto Rojo en Twin Peaks (1990-1, 2017) es un espacio anacrónico que transcurre en paralelo a la trama donde el agente Dale Cooper comprende en profundidad la psicología de los personajes y se manifiestan grandes revelaciones.

B) No se trata de trasladar la psicoterapia tradicional al Skype

No lo voy a negar, extraño la dimensión física de la psicoterapia. Mis pacientes y ex pacientes saben que los esperaba con un vaso de agua, café o té (dependiendo de las preferencias de cada uno). Este servicio de cafetería formaba parte de un ritual que se ha perdido. También es cierto que por Skype solo veo a mis pacientes de la cintura para arriba, no puedo percibir el movimiento de manos, si mueven los pies mostrando ansiedad o si se relajan estirando las piernas, tampoco me resulta fácil advertir si se distraen con algún estímulo de la habitación, parte de la comunicación no verbal se pierde en el monitor.

Skype todavía tiene fallos, a veces ocurre que la conversación se tranca abruptamente y retomar resulta molesto. Por este motivo se hace preciso generar un encuadre distinto para asegurar que la calidad de la conexión a internet sea óptima, extendiendo unos minutos la sesión en caso que haya habido algún inconveniente técnico. De todas formas, si se toman los recaudos necesarios, no creo que haya motivos para creer que en la psicoterapia vía Skype sea más proclive a las interrupciones que la psicoterapia co-presencial. La contingencia de la realidad aparece siempre y forma parte de la psicoterapia. Es lisa y llanamente imposible generar una burbuja terapéutica completamente libre de interrupciones porque la psicoterapia ocurre generalmente dentro de una ciudad, que es en definitiva, un organismo vivo donde pulula el ruido de vecinos, transeúntes, embotellamientos, timbres, pacientes entrando y saliendo de otros consultorios, etc (escribo estas líneas mientras escucho a un vecino cortar el césped). Es responsabilidad del terapeuta asegurar un espacio «suficientemente» libre de interrupciones… dentro del marco de lo humanamente posible.

Usamos la computadora/tablet/teléfono móvil para muchísimas actividades, algunas de trabajo y otras recreativas, este no es un detalle menor porque el medio por el cual ocurre la psicoterapia puede parecer en principio superficial y afecta la forma de relacionarse. Las sesiones por Skype propician un encuadre más casual, que no va necesariamente en detrimento de la calidad de la psicoterapia. La mayoría de mis clientes tienen sesiones desde su casa, se sienten de alguna forma locatarios y esta situación les ayuda a reducir el estrés. Generalmente veo a mis pacientes sin maquillaje, más proclives al diálogo y más desenvueltos en comparación a cuando los atendía en el consultorio de Montevideo o Maldonado.

C) El éxito de la psicoterapia online depende de la forma de entender el canal de comunicación y de la intención de los participantes.

Los psicólogos tenemos dos formas de concebir la atención online: o bien como un mundo virtual aparte del mundo material o como una extensión de la realidad física. La pantalla nos permite ver y ser vistos de forma unidimensional, el sonido pierde la calidad de la escucha presencial dando una idea aproximada y parcial acerca de lo que está ocurriendo del otro lado de la pantalla. Aún así, la transferencia de emociones e ideas se siente real. Existe algo intangible, íntimo y universal acerca de la forma en que dos individuos se relacionan en una psicoterapia que trasciende la forma de comunicación. Si una psicoterapia es efectiva o no dependerá de la intención de crear una relación comprometida con el proceso de cambio más que del espacio físico o virtual en que ocurre. Todavía queda mucho por investigar, especialmente a nivel cualitativo, y se hace cada vez más urgente para los psicoanalistas estudiar cómo desempolvar nuestras teorías y adaptarlas a un mundo virtual que ya forma parte de nuestras vidas.

Bibliografía

Balick, Aaron (2013) “The Psychodynamics of Social Networking: Connected-Up Instantaneous Culture and the Self (Psychoanalysis and Popular Culture)”. Karnac Books.

Freud, Sigmund (1911-15) “Trabajo sobre técnica psicoanalítica” en Obras Completas, Volúmen XII, Buenos Aires, 1980.

Germain, Vanessa (2010) “Assessment of the Therapeutic Alliance in Face-to-Face or Videoconference Treatment for Posttraumatic Stress Disorder” en Cyberpsychology Behavior and Social Networking. Volumen, 13.

Mora, Louis (2008) “Psychologist treatment recommendations for Internet-based therapeutic interventions” en Computers in Human Behavior. Volúmen, 24.

Suler, John (2016) “Psychoanalytic Cyberpsychology” en International Journal of Psychoanalytic Applied Studies. Volúmen, 14.

Wiener, Jan (2009) “The Therapeutic Relationship: Transference, Countertransference, and the Making of Meaning”. Texas A&M University Press.

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