Melancolía – Ps. Diego Durán https://diegoduranblog.wpcomstaging.com Psicólogo Clínico Bilingüe. Licenciado en Psicología/Master en Psicoterapia. Wed, 30 Dec 2020 15:03:34 +0000 es hourly 1 https://diegoduranblog.wpcomstaging.com/wp-content/uploads/2021/01/cropped-icono-1-150x150.png?crop=1 Melancolía – Ps. Diego Durán https://diegoduranblog.wpcomstaging.com 32 32 117911546 Mantenerse Estoico (Parte VI) https://diegoduranblog.wpcomstaging.com/2020/09/23/mantenerse-estoico-parte-vi/ https://diegoduranblog.wpcomstaging.com/2020/09/23/mantenerse-estoico-parte-vi/#comments Wed, 23 Sep 2020 10:50:47 +0000 http://diegoduranblog.wpcomstaging.com/?p=2303 Eudemología o El Arte de Ser Feliz, explicado en cincuenta reglas para la vida de Arthur Schopenhauer (1788-1869) es un compilado de manuscritos de filosofía práctica. Este clásico de bolsillo podría ser definido como un libro de auto-ayuda para pesimistas y, para mi gusto, retoma los puntos medulares de los filósofos de la estoa que hemos visto desde su perspectiva oscura, MUY oscura. De todas formas, por favor, no me malinterpreten, no quiero decir con esto que Schopenhauer viera el vaso medio vacío, no, en absoluto, veía más bien el ataúd medio lleno (que es distinto).

Como sea, dejo aquí abajo una selección de los veinte MEMES que me parecieron los más divertidos sobre Schopenhauer. Espero sirva para matizar tanta amargura (reconozco que el de Lou Salomé me generó una carcajada frankzappiana):

La pregunta es evidente, ¿qué puede aportar un pesimista de este calibre al tema de la felicidad? Resulta que mucho.

Lo interesante de este libro es que nos muestra que la felicidad es una ilusión y que el principal motivo de sufrimiento está, paradójicamente, en nuestra búsqueda obsesiva, voraz e incesante por alcanzarla.

El medio más seguro para no volverse infeliz es no desear llegar a ser muy feliz, es decir, poner las exigencias de placer, posesiones, rango, honores etc. a un nivel muy moderado; porque precisamente la aspiración a la felicidad y la lucha por ella atraen los grandes infortunios.

Regla número 37 (pág. 71)

En todo caso, podemos aspirar a un presente tranquilo, indoloro y soportable.

Hay mucho para comentar sobre este audio/libro respecto al fatalismo, la dinámica humoral de naturaleza bipolar, la mesura como estrategia vital… pero lo que más me interesa de este texto es que Schopi nos plantea un antídoto a la dictadura de la felicidad empresarial, liquida, maníaca, enlatada y con rápida fecha de expiración. Visto así, no resulta sorprendente el resurgimiento en las redes en los últimos años de este calvo-cascarrabias más alemán que las salchichas bratwurst, el bretzel, Beethoven y el Oktoberfest.

Porque, siendo realistas, y como canta Drexler en Amar la trama (por lejos su mejor disco), «la vida puede que no se ponga mucho mejor que esto».

Todos a sus puestos, Amar la Trama, Jorge Drexler (2010).

El Arte de la felicidad puede leerse infinidad de veces porque tiene una prosa accesible la mayor parte del tiempo, y también nos da la posibilidad de rompernos la cabeza con conceptos metafísicos como ocurre con la regla número 39 cuando refuta a Kant explicando: «Posible es aquello que puede suceder, pero lo que puede suceder sucede con seguridad, pues de no ser así, no puede suceder» (este apartado le puede interesar a la gente que vio las tres temporadas de Dark y hace de cuenta que la entendió).

Schopenhauer nos plantea que la vida es sufrimiento y es necesario apaciguar esta angustia con placeres moderados. Por este motivo, una de las preguntas que frecuentemente les hago a mis pacientes es, ¿qué es lo mínimo que necesitas para estar bien? Para algunos es caminar una hora por día, para otros ver amigos una vez por semana, hacer ejercicio tres veces a la semana, destinar treinta minutos al día para estar solos, cada cual tiene sus mínimos. Nuestra estabilidad psicológica generalmente depende de mantener ciertos hábitos sencillos, pero para eso, es importante identificarlos y comprometerse a seguirlos independientemente que las circunstancias externas no lo favorezcan.

Para terminar me despido otros con tres puntos reseñables de El Arte de Ser Feliz:

A) Nuestros planes están siempre sujetos a factores inconscientes (la lógica schopenhaueriana sigue la línea del determinismo estoico que desarrollé en Mantenerse Estoico, parte II):

En la vida ocurre como en el ajedrez: en ambos hacemos un plan, pero éste queda del todo condicionado por lo que en el ajedrez hará el contrario y, en la vida, el destino. Las modificaciones que así se producen, generalmente son tan importantes que nuestro plan apenas es reconocible en algunos rasgos básicos cuando lo realizamos.

Regla Número 23 (pág. 51)

B) «Vive el presente» se dice rápido, pero para eso es necesario desarrollar Cajones de Pensamientos

debemos poder abstraer, debemos pensar, arreglar, disfrutar, sufrir cada cosa en su momento, sin preocuparnos de todo lo demás; tener, por así decirlo, cajones para nuestros pensamientos, donde abrimos uno y cerramos todos los demás. Así, una grave preocupación no nos destruirá cualquier pequeño placer actual privándonos de todo sosiego; una reflexión no desplazará a otra; la preocupación por un asunto grande no alterará en todo momento la preocupación por ciertos asuntos pequeños etc. Como en tantas otras ocasiones, aquí hay que ejercer una coacción sobre sí mismo, en la cual nos apoyará la reflexión de que cualquier persona debe sufrir de todos modos tantas y tan grandes coacciones y que una vida sin muchas coacciones sería imposible, pero que una pequeña coacción de sí mismo aplicada en el lugar justo puede prevenir a muchas coacciones posteriores desde fuera

Regla Número 21 (pág. 57-8)

C) Etapas de la vida:

Juventud y molinos:

Particularmente en la juventud, la meta de nuestra felicidad se fija en forma de algunas imágenes que a menudo vemos en la fantasía durante toda la vida o hasta su mitad, y que en realidad son fantasmas burlones. Porque cuando las hemos alcanzado se desvanecen, y vemos que no cumplen nada de lo que prometen.

Regla Número 31 (pág. 62)

Vejez y sucedáneos:

La comodidad y la seguridad son las necesidades principales de la vejez. Por eso los viejos aman sobre todo el dinero como sustituto de las fuerzas que les faltan. Al lado de ello están los placeres de la comida que sustituyen los placeres del amor. El lugar del deseo de ver, viajar y aprender lo ocupa el de enseñar y hablar. Pero es una suerte para el anciano si conserva el amor por el estudio, por la música e incluso por el teatro.

Regla Número 28 (pág. 64)

Como hasta ahora, cuelgo el audiolibro para escuchar en esta página, su versión descargable en MP3, PDF y la versión original de AMA Audiolibros en YouTube.


¿Todavía quieres saber algo más sobre Schopi? Dos datos jugosos de su biografía.

Si hacemos un fast-Freud, no es sorprendente su aversión a las mujeres. A su madre, también escritora, le gustaba hacer reuniones sociales en la casa. El punto es que su padre sufrió una infección auditiva (en aquel momento no tenía cura) y mientras ocurrían estar reuniones el joven Arthur veía como sufría su padre mientras escuchaba las carcajadas de su madre con sus amigos. Cuando el joven Arthur tenía diecisiete años, presumiblemente por la desesperación causada por el dolor de oído (los que hemos sufrido crisis auditivas lo sabemos), su padre se suicidó tirándose a un río. Desde entonces, su relación con su madre (y su hermana) fue desastrosa, tanto así que su madre decidió desheredarlo. «El arte de tratar a las mujeres» (obra que para los estándares actuales no es misógina, es lo siguiente) es la prueba más cabal de cómo los traumas tempranos afectan las relaciones subsiguientes y nos muestran que incluso los genios pueden ser completamente ciegos (por no decir francamente idiotas) respecto a algunos asuntos.

En una ocasión una vieja costurera osó despertar a Schopenhauer de la siesta hablando en voz alta al lado de la puerta de su habitación. El resultado es predecible: hizo rodar a septuagenaria por las escaleras. Obviamente, esto le ocasionó a la pobre anciana secuelas de todo tipo y color, así que lo demandó y Schopenhauer fue sentenciado a pagar una indemnización mensual a la achacosa señora por el tiempo que estuviera viva (como hemos visto, la vida es cruel, así que la dama vivió veinte años más). Una vez que la mujer pasó a mejor vida, Arthur respiró hondo y escribió apacible una frase en latín en su libreta: «la vieja murió, la carga termina».

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Melancolía, Depresión, Inspiración https://diegoduranblog.wpcomstaging.com/2018/09/02/melancolia-depresion-inspiracion/ https://diegoduranblog.wpcomstaging.com/2018/09/02/melancolia-depresion-inspiracion/#comments Sun, 02 Sep 2018 03:40:23 +0000 http://diegoduranblog.wpcomstaging.com/?p=307 Soy melancólico. Gasto una obscena cantidad de tiempo rumiando los por qué, para qué, qué quiere decir esto y ahora qué hago. Me aburre la frivolidad vigoréxica, las conversaciones acerca del tiempo, fútbol o teléfonos móviles. Me cuesta procesar las pérdidas, y todavía más, encajar en mi cabeza la idea que algunas cosas pasan sin ningún motivo, o de forma aleatoria. Lo asumo, soy así, un bucólico empedernido, una un especie de malcontent de la psicología postmoderna.

Pero no estoy sólo en esto. Los antecedentes de Madame Melancolía se remontan hasta la Antigua Grecia. Hipócrates consideraba que los cuatro elementos (agua, fuego, tierra y aire) tienen su correspondiente en el cuerpo humano en la sangre, bilis negra, bilis amarilla y la flema. La hipertrofia de estos componentes dan lugar a cuatro tipos de temperamentos. Cuando predomina la bilis negrapensaba se tiene un temperamento melancólico asociado con personalidades introvertidas y reflexivas.

El temperamento melancólicopara Aristóteles traía consigo una memoria extraordinaria y era fuente de genialidad:

«¿Por qué ocurre que todos aquellos que se convierten en eminencias en la filosofía, política o las artes son claramente melancólicos y muchos de ellos se vieron afectados por enfermedades de la billis negra?» (Tellenbach, 1980, 24).

En Crítica a la Razón Pura, Kant (1787) plantea que en la melancolía se encuentra un valor estético y moral relacionado con «lo Sublime». Este tipo de temperamento está basado en ideales morales; no en tristeza sin sentido.

«La depresión persiste a lo largo de los siglos como un lugar común en donde se encuentran genios creativos. Pintores de la escala de Vincent Van Gogh, Henri de Toulouse-Lautrec, Jackson Pollock y Mark Rothko; escritores como Ernest Hemingway, Samuel Beckett, Edgar Allan Poe y Virginia Woolf; poetas como Charles Baudelaire, Rainer, Maria Rilke y Emily Dickinson; compositores como Ludwig van Beethoven, Frédéric Chopin y Irving Berlin. Estos artistas reflejaron de forma bastante transparente su vida y sus estados depresivos» (Bowring, 2016, p 40).

No creo que Bowring esté haciendo aquí una lista de depresivos ilustres; creo que se refiere más bien a personas con temperamentos melancólicos. Pongámoslo así: a nivel nosológico, tengo un temperamento melancólico, pero no configuro un trastorno depresivo.

La gran diferencia entre un temperamento melancólico y un trastorno depresivo recae en la capacidad para darle sentido al sufrimiento. Rosen (1993) lo escribe claramente:

«Imagínense hombres y mujeres aborígenes forzados a buscar refugio durante el día en una cueva oscura, para escapar de un depredador, del tiempo malo, o de un terremoto. Quizás tengan hambre, frío, miedo, pero al menos están más seguros que si estuvieran afuera, y su retiro a la luz del día les ha dado una oportunidad de volver a ganar su equilibrio. La depresión es análoga a la búsqueda de refugio en la cueva. Para la psique humana, la depresión es la reacción natural a una situación desgarradora, y a pesar de que es desagradable en muchas maneras, es esencial si la psique ha de adaptarse y superar la situación».

Para que haya depresión, no puede ser posibleo tiene que resultar muy difícil salir de la cueva y se tiene que desconocer las causas específicas del sufrimiento. Una persona con temperamento melancólico, en cambio, elige muchas veces quedarse en la cueva, se siente triste, teniendo una idea más o menos clara de la raíz de su malestar y se preocupa de darle forma a esta masa confusa en un acto creativo. Mark Pettinelli (2000), explica esta diferencia diciendo:

«La diferencia entre la tristeza y la depresión radica en que la depresión disminuye el estado de ánimo y afecta el resto de las sentimientos y emociones. Sin embargo, la tristeza es simplemente un sentimiento aislado, por esta razón la depresión afecta el resto de los sentimientos porque en un estado depresivo no puede reconocer el sentimiento de tristeza original que lo causó, los sentimientos se encuentran mezclados. Si alguien puede identificar la razón por los cual está triste, entonces ya no está deprimido, por el contrario, si uno se olvida los motivos por los cuales uno está triste vuelve a deprimirse» (p. 13).

Tanto una persona con un temperamento melancólico, como una alguien con un trastorno depresivo, tienden a volcar su atención en el pasado, pero de forma distinta. La base de la creatividad en el temperamento melancólico recae sobre et in arcadia ego o el recuerdo de un paraíso idealizado que jamás ocurrió. Se trata de un sentimiento de nostalgia, es la búsqueda proustiana del tiempo perdido con la esperanza de un eventual restitutio ad integrum (volver a una situación original). Tiene que ver con la justicia; interesa ir hasta el final, a la raíz del problema y redimirse mediante un acto creativo.

Para Jung (en Rosen, 1993), la depresión es una estrategia evolutiva. Según él, se da una introversión involuntaria para elaborar aquello que en el pasado no ha sido procesado. Este no es un movimiento psíquico caprichoso, tiene una finalidad prospectiva (un sentido hacia adelante, un para qué). O por lo menos, eso escribía en 1863 un tal Charles Baudelaire (2013):

«Afirmo que la inspiración tiene alguna relación con la congestión, y que todo pensamiento sublime va acompañado de una sacudida nerviosa, más o menos fuerte, que resuena hasta el cerebelo. El hombre de genio tiene los nervios sólidos; el niño los tiene débiles. En uno, la razón ha ocupado un lugar considerable; en el otro, la sensibilidad ocupa casi todo el ser. Pero el genio no es más que la infancia recuperada a voluntad, la infancia dotada ahora, para expresarse, de órganos viriles y del espíritu analítico que le permite ordenar la suma de materiales acumulados involuntariamente».

En lo que a mi concierne, este blogtodavía en pañales representa un gesto homeopático de redención, de poner mi historia y conocimientos a disposición de un otro, al cual, incluso sin conocerlo, me interesa que corra un serio riesgo de aprender algo. Para el abuelito Junghablando de melancólicos recalcitrantes–, esta es otra forma de dar sentido. Por motivos también autorreferenciales, siempre tengo presente la misiva que tuvo con una mujer que no lograba adaptarse a un país extranjero:

«Si tuviese que vivir en otro país, buscaría una o dos personas que parecieran amigables e intentaría hacer algo útil por ellos, de forma tal que la libido volviera a mi desde afuera, incluso en una forma primitiva. Criaría animales y plantas e intentaría obtener alegría de su vitalidad […] Cuando la oscuridad se va haciendo cada vez más densa, penetraría en el ojo del huracán y no descansaría hasta que en medio del sufrimiento, una luz se revelara en ese in excessu affectus [en exceso de afecto o de pasión]. La naturaleza se revierte a sí misma».

Por supuesto, Jung pudo haber contestado –con condescendencia– que trate de no pensar, que vea el vaso medio lleno o que se repita mirándose al espejo afirmaciones positivas porque, en definitiva, la vida es maravillosa. Pero no, a Jung –como a cualquier melancólico que se precie de tal– no le interesó ofrecer una solución cosmética:

«Lucharía con el Ángel Oscuro hasta que me dislocara la cadera. Porque él es también la luz y el cielo azul que está por encima mío […] De todas formas, eso es lo que haría yo. Lo que harían otros, es otra pregunta que no puedo contestar. Para mi también hay un instinto de alejarme o de adentrarme en las profundidades. Nada de tomar medidas a medias, nada de pasiones por la mitad. Mis deseos cordiales, como siempre, C. G. Jung».

Jacob peleando con el Ángel – Alexander Louis Leloir (1865)

Bibliografía

Baudelaire, C. (2013). El pintor de la vida moderna (Serie Great Ideas 28). Taurus.
Bowring, J. (2016). Melancholy and the Landscape: Locating Sadness, Memory and Reflection in the Landscape. Routledge.
Tellenbach, H. (1980). Melancholy: history of the problem, endogeneity, typology, pathogenesis, clinical considerations (Vol. 9). Duquesne University Press.
Pettinelli, Mark (2000), The Psychology of Emotions, Feelings and Thoughts. Oxford University Press.
Rosen, D. H. (1993). Transforming depression: Egocide, symbolic death, and new life: A Jungian approach using the creative arts. JP Tarcher.
Kant, I. (2009). Crítica de la razón pura. Ediciones Colihue SRL.

Correspondencia entre Jung y «N»

https://www.dpselfhelp.com/forum/index.php?/topic/11295-jungs-letter-on-depression/

Por más información.

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